Cada habitante consumió, en promedio, 57,1 kilos en 2016, lo que significó una baja del 3,2% interanual. Es otro reflejo de la caída del poder adquisitivo. Los precios aumentaron 40,8%. El cerdo subió mucho menos: 25,5 por ciento.
El consumo de carne vacuna cayó a su nivel más bajo desde 2011. Cada habitante comió, en promedio, 57,1 kilos en 2016, o un 3,2 por ciento menos que en 2015. Es otra señal de ajuste: en épocas de caída del poder adquisitivo, los sectores bajos reemplazan las carnes por harinas.
Según datos de la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados (Ciccra), para encontrar un dato tan malo de consumo de carne vacuna hay que remontarse a 2011, cuando cada habitante ingirió 55,1 kilos.
Aquellos fueron años de vacas flacas: como el negocio no era rentable por las condiciones que imponía la administración de Cristina Kirchner a los productores ganaderos, estos liquidaron vientres, redujeron stocks y, ante la baja oferta, el precio se encareció.
En esta oportunidad, pasó lo contrario: la gestión de Mauricio Macri impulsó el negocio ganadero con quita de trabas a las exportaciones que -dicen los productores- mejorarán el negocio. Por eso, la oferta crecerá en los próximos años.
Los precios de la carne vacuna se movieron al son de la inflación y subieron 40,8 por ciento en 2016. Pero como los salarios aumentaron menos y debieron hacer frente a la suba de las tarifas de los servicios públicos, el poder adquisitivo se resintió y cayó el consumo.
Según Ciccra, el precio de la hacienda en pie cayó en los últimos meses. En diciembre, los valores de comercialización cayeron 1,6% y en el trimestre bajaron 8,1 por ciento. Sin embargo, el precio de la carne en góndola aumentó. En dicembre, la carne vacuna subió 0,9 por ciento, mientras que la porcina aumentó 2,5% y la aviar, 2,6 por ciento.
En el año, el pollo subió 44,5% y la carne de cerdo, 25,5 por ciento. El cerdo ganó terreno en las carnicerías, por ser el animal que menos aumentó.