En este tiempo, no protegerse adecuadamente de la elevada temperatura ambiental puede tener consecuencias perjudiciales para el organismo, que puede perder agua y electrolitos, y provocar que la persona sufra fatiga, dolor de cabeza, vómitos, mareos.
Pero no es sólo el calor el que incrementa las posibilidades de deshidratación, sino que existen otros factores involucrados en la aparición de estos trastornos, como las diarreas, las gastroenteritis, los largos desplazamientos, o el abuso de los aparatos de aire acondicionado -responsables de la sequedad ambiental-, que también provocan la deshidratación con frecuencia.
Se recomienda beber de dos a tres litros de líquido, repartidos a lo largo de todo el día.
Aumentar la ingesta de líquido si se realiza alguna actividad que requiera un gran esfuerzo físico, vigilando además que no se produzca una pérdida excesiva de líquido al sudar, y reponiendo la pérdida cuando esto ocurra.
Hay que tener a mano una botella de agua para no olvidar beber de vez en cuando. La sensación de sed aparece cuando ya se tiene algún grado de deshidratación; por lo tanto, no esperar a tener sed para beber, y hacerlo regularmente a lo largo del día.
? NOTA COMPLETA EN NUESTRO EJEMPLAR DEL 14/01