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Los sin nombre, sin dueños



Los perros caminan cansinamente, sin apuro, a veces solos, a veces con otros más, como siguiéndose. Van detrás de los guardianes del orden en la Costanera Formoseña, frente al Río Paraguay.

Duermen plácidamente en el paseo, justamente por donde se desplazan los caminantes o quienes corren haciendo ejercicios. Los que se interponen en sus caminos, sufren las consecuencias de la falta de respeto al amigo desamparado. Ellos son los dueños del Paseo, comen abundantemente, y una dieta de la mejor, basada en carne roja desde las parrilladas y restaurantes. Los perros de la costanera, sin nombre y sin dueño, tienen sus proveedores de exquisita comida y agua fresca en los días de excesivo calor. En los de frio, les aportan mantas especiales, y algunos inclusive tejidos o hechos a medida.

Descansan a la sombra de algún arbusto de la costanera. Otros se refugian frente a los restaurantes y a la Caja de Previsión, sobre la calle 25 de Mayo. Bien cerca de la puerta disfrutan del aire acondicionado.

No responden a ningún nombre. No se sabe cuándo se enchamigaron para concretar una comunidad perruna sin agresión. Por el contrario, si algún alma caritativa, que las hay, les acerca la vianda del día o de la noche, comparten mansamente la ración.

¿De dónde vinieron, qué dueño los abandonó, o a qué dueños abandonaron?, no lo sabemos. Son perros sin nombres y sin dueños, que la comunidad de la Costanera los adoptó como mascotas, respetando su decisión de vivir en libertad.

Los perros mascotas, saben cuándo sus dueños están de "pocas pulgas". En las casas, son muy alegres, cuando llegan sus dueños mueven la cola y muestren sus dientes como si sonrieran, e incluso algunos emiten un ligero y acompasado maullido.

Recuerdo que cuando era estudiante, en la pensión tenían un perro que cuando llegaba su dueño, lo recibía con muestra de alegría y felicidad. El señor gritaba: "la gran puta, acá el único que nos recibe bien es Caudillo", decía refiriéndose al 'manto negro' que festejaba su llegada.

Recientemente se dispuso que los aviones de pasajeros puedan llevar mascotas, siguiendo ciertas reglas. Nuestro intendente de la capital de Formosa, inauguró recientemente una Casa para Canes.

Entonces, en días y días, y noches y noches de cavilaciones, pensaba yo por dentro: "... y si adoptáramos también como una suerte de mascota al hermano animal HOMBRE. Niños de la calle, drogados y 'sin dueños' (sin padres)", personas sin techo ni comida.

¿Si adoptáramos, pensaba yo, un niño enfermo, adicto a las drogas, y lo cuidáramos coadyuvando a la tarea del Estado? ¿Pero quién se haría responsable? Las grandes empresas, diputados y senadores, concejales, jueces y fiscales. Otros que se ofrezcan espontáneamente a cuidarlos con buena voluntad. Entonces sí que haríamos un servicio solidario en serio.

Perdón por esta idea utópica, descabellada, que aunque soñada tal vez algún día se nos haga cierto.

La paz y el amor se harían realidad. Feliz Navidad y mejor Año 2017.




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