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Padres que dejan huella



Todos los padres nos recibimos de "papá" y "mamá"el mismo día que nuestros hijos obtienen el título de "hijos", es decir, cuando ellos nacen. Y nuestro título nos viene sin haber cursado ninguna materia. No existe una formación formal para padres; sin embargo, con las actitudes correctas podemos ayudarlos en la tarea de crecer para enfrentar el mundo.

Para empezar, necesitamos convertirnos en los mejores oyentes. No es sencillo escuchar a nuestros hijos, sobre todo, cuando sentimos que se están equivocando. Aun así, ellos necesitan ser escuchados, sin ser juzgados sino comprendidos. Los chicos precisan de un adulto que registre sus emociones y los trate con empatía (se ponga en su lugar).

Muchos padres, con la mejor de las intenciones, cuando sus hijos les cuentan algo importante, los interrumpen para darles respuestas y soluciones. Debemos tener bien claro que eso no es lo que ellos buscan, sino simplemente un espacio emocionalmente seguro para poder sacar afuera lo que tienen adentro, y así sentirse aliviados. Escuchar al otro hace que esa persona se sienta importante.

Algunos padres creen erróneamente que, si escuchan a sus hijos, eso significa ceder a los límites que les pusieron. Nada más lejos de la realidad. Seguimos manteniendo el límite pero dejamos todo por un rato para prestarles atención. Debemos escuchar a nuestros hijos con los oídos, los ojos y todo nuestro ser. Hay chicos a los que les cuesta hablar (en especial a los varones); por eso, es fundamental que los adultos sepan discernir cuándo quieren hablar o no, cuando conviene sentarse con ellos o no. Jamás hay que presionarlos ni obligarlos a hablar, ya que eso puede ser contraproducente.

Una buena técnica es hacerles una pregunta para que nos aclaren alguna cuestión que no entendemos, o para ver si entendimos bien. De esta manera,se dan cuenta de que estamos verdaderamente interesados en escucharlos. Por eso, sí o sí, es necesario dejar todo lo demás y dedicarnos exclusivamente a escuchar, lo cual no quiere decir que resolveremos su conflicto, sino que estamos disponibles.

También tenemos que asumir el papel de cuidadores.
Esto hay que hacerlo SOLO con los hijos. Ellos requieren límites a cualquier edad porque estos les permiten saber con exactitud hasta dónde pueden llegar. Una persona que ha recibido límites de sus padres, a temprana edad, se sentirá segura y protegida. Los límites siempre deberían ponerse con autoridad y, a la vez, con amor.

Si queremos dejar una huella positiva en la vida de nuestros hijos, además de todo lo anterior, tenemos que aceptar sus crisis, sus problemas, sin negar ni disfrazar lo negativo. Y sobre todas las cosas, también tenemos que perdonarlos cuando sea necesario, lo cual a veces es doloroso, pero resulta totalmente liberador y sanador. Perdonarlos es soltarlos para que puedan vivir sus vidas a SU manera.

No hay hijos perfectos, porque no hay padres perfectos. Pero sí podemos ser padres que los equipen con lo mejor para el camino.


Si tenés alguna inquietud, podés escribirme a bernardoresponde@gmail.com


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