Merkel viaja acompañada de los CEO Joe Kaeser, de Siemens, y Harald Krüger, de BMW, una de las empresas que fueron blanco de las amenazas del magnate sobre posibles sanciones si trasladaban parte de la producción a México. Según el semanario Der Spiegel, los ejecutivos informarán al presidente sobre las inversiones y los puestos de trabajo que crearon en suelo estadounidense. Más de 640 mil personas trabajan en empresas alemanas en Estados Unidos, gracias a inversiones de más de 200 mil millones de dólares. Es probable que la canciller también se defienda de las acusaciones de funcionarios de la administración Trump sobre las ventajas que saca Alemania de la debilidad del euro e intente rebatir su visión de la Unión Europea como "instrumento" para la fortaleza germana.

Más allá del tema comercial, la canciller espera un extenso intercambio de puntos de vista durante su primer cara a cara con Trump. Según informó el lunes el portavoz de Merkel, Steffen Seibert, ambos tienen previsto hablar durante dos horas y media y luego seguirán discutiendo durante un almuerzo. "Alemania y Estados Unidos son socios. La lista de intereses comunes es muy larga", declaró Seibert en una conferencia de prensa el lunes en Berlín.

Además, se espera que la canciller haga una defensa de la Unión Europea e intente encontrar un tono de cooperación con Trump, aunque lejos de la relación amistosa que supo forjar con su antecesor Barack Obama. La pragmática Merkel probablemente no repita sus críticas al decreto de Trump sobre migración y Trump tampoco hable del "desastre" de haber aceptado a más de un millón de refugiados en suelo germano. En un claro cambio de retórica, sus asesores adelantaron incluso que el presidente estadounidense valora "las cualidades de dirección" de la líder alemana y le pediría consejo sobre una posible posición conjunta ante el presidente ruso Vladimir Putin.

El conflicto en Ucrania, la OTAN y el gasto militar son otros de los temas inevitables que deberán repasar los dos gobernantes en un encuentro que algunos calificaron de ejercicio de equilibrismo. La experimentada Merkel, que en las elecciones alemanas de septiembre se postula a un cuarto mandato, intentará probablemente mostrarse abierta pero no cómplice de Trump, un presidente hasta ahora reprobado por la gran mayoría de los alemanes.