Don Adolfo Gómez Medina es zapatero hace más de 50 años y señala con preocupación que la actividad que abrazó desde adolescente corre el riesgo de extinguirse debido a la despreocupación de los jóvenes por aprender. 

Gómez Medina tiene 72 años, nació el 22 de abril de 1945 en San Juan Bautista, departamento del Ñeembucú, y en 1970 llegó a Formosa con conocimientos de zapatería, que los había adquirido a los 17 años de sus tíos Juan Cancio y Timoteo Medina, en la ciudad de Pilar. 

Recordó que en esa época la vida misma era más sacrificada, con las limitaciones propias de una ciudad pequeña, carente de infraestructura y con servicios básicos como luz y agua que no llegaban a todos los sectores de la capital de una provincia marginada del norte argentino.

"La vida era difícil en todas partes. Muchas limitaciones. Cansados de la falta de oportunidades laborales, dejamos Paraguay y vinimos a Formosa, que por aquel entonces no era lo que es hoy. Esta ciudad progresó mucho con el paso de los años. Comenzamos a buscar trabajo con mi hermano Feliciano y mi primo Ignacio hasta que conocimos al dueño de El Coloso, don Mario Cardozo, que también era paraguayo. El nos tomó a los tres porque tenía pensado viajar a Belgrano y nos quedamos dos años en su local de Rivadavia y Pringles", recordó Gómez Medina a La Mañana, durante una suerte de viaje en el tiempo. 

"El Coloso" era una zapatería que abrió sus puertas en la ciudad de Formosa 1954 y se convirtió en todo un símbolo que marcó la vida de varias generaciones de formoseños.

Los dos años pasaron rápido y las ganas de abrir nuevos caminos en la actividad aumentaban entre los primos Adolfo e Ignacio, idea que se potenció cuando se enteraron que un zapatero quería vender sus herramientas.

"No era mucho el dinero que habíamos juntado y decidí pedirle dinero prestado a un tío. Así pudimos independizarnos, siempre agradecidos por la oportunidad que nos brindó don Mario Cardozo. Empezamos a trabajar con Ignacio y pusimos nuestra primera zapatería en el barrio San Miguel, por la calle Jonas Salk. La actividad funcionaba bien, ambos nos hicimos de familia y decidimos que cada uno siga la actividad por su propia cuenta. La satisfacción que tengo es que ambos pudimos vivir de lo que nos gusta y sacar adelante a nuestra familia a través de un trabajo honrado", destacó.
Sus principales herramientas eran la experiencia que había ganado y su juventud, lo que le permitió encarar varios emprendimientos, entre ellos la confección de calzados para hombres y mujeres, tarea que alternaba con las composturas.

Su primer local como propietario independiente funcionó por la calle Saavedra, luego se trasladó a la galería de Torre del Litoral por la avenida 25 de Mayo, años después se ubicó por la calle Fontana, hasta que finalmente mudó su zapatería a la España, cerca de la plaza San Martín.

Trabajo digno

El protagonista de esta historia de vida es un defensor de la zapatería y la define como un oficio hermoso que permite ganarse la vida de manera digna, aunque admite con preocupación que cada vez son menos los jóvenes que demuestran interés aprender para dar continuidad a la actividad.

"El oficio de zapatero es hermoso porque uno trabaja bajo techo. Siempre defendí la zapatería porque amo lo que hago. Es mi vida. Me preparé para esto y es lo que sé hacer. Atiendo a los clientes, recibo los zapatos, zapatillas y sandalias que tengo que reparar y trabajo sentado y en la sombra. Suelo bromear diciendo que la zapatería es mi oficina", agregó. 

En medio de la charla, dijo que el mate y le tereré nunca pueden faltar porque los clientes se hacen amigos con el paso del tiempo y la zapatería se convierte en un espacio donde se comparten desde anécdotas hasta las alegrías y tristezas de la vida diaria. 

La crisis económica no estuvo ausente en la entrevista periodística y Gómez Medina consideró que el actual gobierno de Mauricio Macri debe dar una señal de recuperación cuanto antes, porque entendió que hasta el momento las medidas tomadas lo perjudicaron.

"Este cambio de Gobierno nacional no me favoreció porque ahora trabajo menos y el costo de vida aumentó. La gente cuida más su dinero y ya no visita tanto la zapatería. Esperamos que la situación repunte, porque por ahora sólo se subsiste, tanto que recaudo sólo para el alimento diario", expresó. 

Sin dudarlo, aseguró que son las mujeres las que más visitan la zapatería para la compostura de zapatos y sandalias, y señaló que décadas atrás se notaban más fabricaciones de calzados en cuero; mientras que en la actualidad ganan el mercado la cuerina y otros materiales de menor durabilidad. 

Entre sus herramientas está una máquina de coser que le regaló su padre, Justo Gómez, tras la venta de su producción de algodón y otras plantaciones, a quien recordó con mucho afecto, al igual que su madre Victorina Medina. 

Tiene dos hijos, Rosa Carolina y Hugo Alberto, además de sus nietos: Enzo, Jennifer, Yanela y Magalí. Estuvo en pareja con la madre de sus hijos durante 23 años y ahora comparte su vida con su actual esposa, Blanca Celia Montiel.