En la carrera de Letras, me enseñó "nexo coordinante" mirando el aula y parándose en la puerta: "¿ven esto?, bueno, este es el nexo coordinante. No está ni dentro ni fuera del sujeto o del predicado". Así enseñaba Rey Leyes, con la pasión visible en sus gestos. Nunca olvidé cómo detectar un nexo coordinante. Allí, en esa aula de la universidad y con nada más (ni nada menos) que lo que se tenía a mano, el encendió ese fuego, el mismo que Prometeo robó a los dioses.

"Todo conocimiento que uno aprende es nuevo, eso te tiene que dar satisfacción. Aprender algo es sentir que estás creciendo, es ser un poco mejor entre comillas; en el sentido de que vas entendiendo mejor la realidad. El que no aprende, no entiende la realidad y tiene que preguntarles a los demás qué es lo que pasa porque no lo puede descifrar. No puede darle sentido a la realidad; y el conocimiento le da sentido a la realidad y te permite moverte con absoluta libertad", destaca. El conocimiento como reinvención de la defensa de la libertad.

"La libertad
sola no alcanza"

El Evangelio. La verdad. La libertad. "Yo tuve una frase y siempre pido disculpas porque trato de completar el Evangelio, lo que me parece una exageración de mi parte, pero hasta ahora me han perdonado. Dice el Evangelio: "La verdad los hará libres", es decir, el saber qué es lo que tenés por delante, eso te hará libre, pero el conocimiento te hará independiente porque vos sabes cómo manejarte en la realidad y no necesitas de los demás. La libertad sola no alcanza porque si a mí me llevan a una ciudad que no conozco, ni entiendo el idioma yo soy libre pero no se qué hacer. Entonces la libertad no me sirve porque no conozco, no sé cómo manejarme en esa sociedad", ejemplifica.

"La cuestión acá se juega en el aula. El Estado son las políticas públicas, pero la revolución, en el buen sentido, se da en el aula o no se da en ningún lugar. Es en la intimidad del docente con sus alumnos donde vamos a concretar el proceso educativo", resalta el aula en tanto espacio transformador; microclima donde tendrá lugar lo imposible.

Así define: "La libertad tiene que ir acompañada del conocimiento y el conocimiento hoy en día necesariamente pasa por las aulas porque es tan complejo, el conocimiento humano ha crecido tanto; la sociedad se ha hecho tan compleja que necesitamos aprender cada día algo para poder manejarnos en ella" y concluye: "Entonces, la libertad con el conocimiento nos hará libres e independientes en la realidad donde vivamos".

Rey Leyes, amplia incluso esta relación con cuestiones de gobernabilidad, fue desde lo ínfimo a lo general: "Necesariamente, si yo no sé cómo se hace algo, tengo que preguntar, si yo no sé qué es lo que pasa, tengo que preguntar. Si yo no sé si se gobierna bien o mal, tengo que preguntar a otro. Y el otro me va decir lo que él piensa y lo que él quiere que haga. Estoy perdiendo mi libertad porque no conozco".

El valor del conocimiento reside allí, en la libertad que puede otorgarnos. "Tenemos que tratar de darle conocimiento a la sociedad. De manera que, cualquiera sean estos conocimientos, no estoy bregando por alguno en particular; todo lo que vos sepas, acumules, eso sirve para generar nuevos conocimientos, por lo tanto todo lo que aprendes es útil. En la ciencia todo es útil, hasta los resultados negativos son positivos porque vos decís "he hecho esta investigación y no llegué a nada concreto, fracasé". Tu punto de llegada, es mi punto de partida porque digo: "por ahí no voy a ir porque ya sé que ese camino no conduce a nada". Iré por otro. Lo que él piensa que es un fracaso es un éxito para los que continuarán la labor investigativa". 

El profesor define su labor, la que a pesar de la jubilación (una mera cuestión burocrática), continua ejerciendo: "La docencia es una profesión con una fuerte impronta vocacional. Algo te tiene que llevar a ser docente porque si no es difícil. Es complicado si no amas esa profesión; si el aula para vos no es un lugar atractivo, en el sentido de hacer algo distinto, no de ir a reírse. Además reírnos, claro, pero además aprender. Sino tenés ese juego, el aula es muy difícil. La profesión docente creo que se va con uno al otro mundo. Uno no la deja".

¿Cuáles son los desafíos del educador, hoy?

"¿Qué pregunta enorme?. El desafío, lamentablemente, es convencer al alumno que lo que uno lleva es útil. Ese es el problema, porque se ha banalizado tanto el tema de la educación, donde todo tiene que ser divertido, cada vez más fácil, los conocimientos no importan, la memoria no importa. Son burradas, esas son burradas. El conocimiento importa porque es el contenido de la experiencia. Y la memoria nos hace personas, si no tenemos memoria somos entes. Decir que la memoria no es útil o no sirve, es una burrada. Tenemos que recuperar ciertas cosas que se han ido con el tiempo y las teorías pedagógicas que hemos tenido donde soplaba vientos de un lado, soplaban vientos del otro y allá íbamos. Ahora vemos los resultados donde la juventud está desmotivada muchas veces, descreída, otras veces", considera.

Si no se inspira, la tarea es inútil, como forjar un hierro frío. "El docente en el aula tiene que llevar algo y tiene que convencernos de que eso es bueno y tiene que hacerlo con pasión porque si no lo hace con pasión, el otro no le cree. Si yo no trasmito pasión el otro dice: "si a este no le gusta, pretende que me guste a mi". El desafío de hoy es recuperar el clima del aula en el sentido del esfuerzo mental para ir creciendo", concluye.