Eso no quiere decir que uno debe abandonar su familia. Todos sabemos que las amistades pueden desmoronarse en algún momento. Pero la evidencia sugiere que debemos tener en cuenta que las relaciones que no elegimos pueden tener menos impacto en nuestras vidas a medida que envejecemos, que las que sí elegimos.
Para averiguar esto, Chopik analizó la información de una encuesta sobre relaciones y autoestima que nucleó a 271.053 participantes en todos los grupos de edad de casi 100 países de todo el mundo.
A continuación, comparó los resultados con una encuesta independiente sobre los vínculos, las tensiones en las relaciones y las enfermedades crónicas, que involucró a 7,481 adultos mayores (mediana de edad de 68 años) en los EE.UU.
La primera encuesta reveló que, en general, aquellos que valoraban tanto sus relaciones familiares como las de amistad, gozaban de mayor salud y mayor felicidad.
La segunda encuesta llevó aún más lejos esta noción al revelar que las amistades tienen una influencia mucho mayor en nuestro estado físico y emocional a medida que envejecemos que nuestras relaciones familiares.
Esto puede ser simultáneamente algo bueno y malo, porque si nuestras amistades son impresionantes y nos brindan apoyo, es más probable que estemos más felices y libres de problemas de salud que si obtenemos solo el apoyo de los miembros de su familia.
Pero esto también ocurre en el otro sentido, porque si las amistades se convierten en una fuente de estrés en una edad avanzada, es más probable que experimentemos enfermedades crónicas, como presión arterial alta, diabetes, cáncer o enfermedad coronaria.
"Las amistades son muy influyentes - cuando los amigos fueron la fuente de tensión, los participantes reportaron más enfermedades crónicas, cuando los amigos fueron la fuente de apoyo, los participantes fueron más felices", informa Chopik en su estudio.
"Este hallazgo es consistente con la investigación anterior mostrando que la calidad de la amistad a menudo predice la salud más que la calidad de otras relaciones".