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Fabrica barriletes hace más de 50 años y brinda talleres gratuitos para niños

Es formoseño, retirado de las Fuerzas Armadas y vive en el barrio Parque Urbano II. Practica paracaidismo desde los 14 años y pone su mejor esfuerzo para mantener vigente la tradición de hacer remontar las "pandorgas"



"El señor de los barriletes", así se lo conoce al protagonista de esta historia de vida, que comparte su pasión por crear una gran diversidad de diseños y hacerlos volar hasta donde el hilo del ovillo lo permita. 

Don Nelson Trinidad tiene 61 años y desde hace más de 50 años fabrica barriletes para la venta y en cada una de sus creaciones pone toda su dedicación y el amor por un juego que resiste en el tiempo.

Este hombre es precisamente uno de los fieles custodios de esta forma de entretenimiento y el responsable que el juego sea conocido entre las nuevas generaciones de formoseños. 

Trinidad es formoseño, retirado de las Fuerzas Armadas y vive en la casa 4, manzana 112, del barrio Parque Urbano II. Se lo suele ver con sus barriletes en la plazoleta de la avenida Néstor Kirchner, a la altura de la Antártida Argentina, y en el Paraíso de los Niños, actividad para la cual tiene permiso municipal. 

 Desde pequeño quería ser piloto de aviones y todo lo que volara por los aires cautivaba su atención. Cuando cumplió 10 años vivió una situación que lo marcó para siempre: le pidió a su madre que lo ayude  en el bordado de un barrilete y la fabricación fue tan buena que rápidamente un amigo se lo compró. 

Su madre, Elisa Galeano, era modista y su padre, Niño Agapito Trinidad, sastre, quienes siempre colaboraban con él en los diseños. 

"Hace más de 50 años que trabajo en la confección y venta de barriletes. Un día le pedí a mamá, que era costurera, que me haga un barrilete con telas rojas y amarillas. Esa experiencia fue muy gratificante. Después vino un amigo y me dijo 'te compro tu barrilete'. Eso lo escuchó un vecino y me aconsejó que me dedique a eso porque eso era un negocio. Así comencé con esto", dijo a La Mañana. 

Si bien no pudo cumplir con su sueño de ser piloto de avión, es paracaidista desde los 14 años, al igual que su padre, y su primer salto lo realizó en Formosa. "Mi deseo de volar y estar entre las nubes me acompañó toda la vida. También volé en parapente acá por la  zona, pero es peligroso por los cables", comentó y agregó que también se dedicó a las artes marciales y a la preparación física de atletas.

Otro dato interesante de su vida es que pese a trabajar en las Fuerzas Armadas hasta retirarse, nunca abandonó la fabricación de barriletes y afirmó que remontarlos nunca pasará de moda, aunque reconoció que es un pasatiempo que ahora se ve menos.

La familia 

"Hacemos la fabricación en casa, con mi esposa, que es costurera, al igual que lo fue mamá", agregó.

La mujer con la que lleva casado más de 40 años es Teresa del Carmen Sosa, una catamarqueña que se convirtió en el amor de su vida desde el momento en que la vio. 

Ambos son los felices padres de cinco hijas: Verónica del Valle, Iris Elisa, Cintia Yanina, Valeria Soledad y Noelia Anabela.

El gran heredero de las habilidades de don Nelson es su nieto Nahuel Agustín Leiva Trinidad, de 14 años, que es todo un campeón en la fabricación y manejo de los barriletes. 

Su ocupación como integrante de las Fuerzas Armadas lo llevó a conocer diferentes provincias, además de participar y destacarse en torneos de barriletes provinciales, nacionales e internacionales. 

Recordó que en Buenos Aires estos objetos que vuelan son llamados barriletes, mientras que en las provincias del norte, por lo general, se les da el nombre de "pandorgas", en Chile "volantín", en México "papalote", en España "cometa" y los chinos lo mencionan como "juego de manos".

También es invitado en los jardines de infantes y las escuelas para dar talleres a todos los niños que quieran aprender a fabricar barriletes. "Voy a dar talleres gratuitos porque entiendo que es un pasatiempo sano, divertido y relajante tanto para niños como adultos. No quiero que se pierda la práctica porque uno está más en contacto con la naturaleza y no tan pendiente de las tablets, las computadoras y teléfonos celulares", entendió.

Los barriletes son comprados tanto por niños como adultos y la práctica de hacerlos remontar es considerada terapéutica porque distrae y relaja.

"Después están los barriletes de competición que se manejan con dos hilos, que participan en olimpíadas. Confecciono distintos tipos de barriletes, incluso aviones sistema cajón 1904, que me lo hacía mi padre, y modestamente entiendo que es el mejor de todos. Después está el cubo de cuatro y ocho alas, el biplano de cuatro alas y otros", explicó. 

El tiempo para la fabricación de barriletes es variable y mucho depende del material que se utilice. "Llegué a hacer 60 barriletes de papel por día. En un concurso hice un barrilete en dos minutos, controlado con cronómetro. Pero ahora tengo problemas en la movilidad de las manos y la confección se volvió más lenta", concluyó.


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