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Crónicas de Barrios: la iluminación y el zanjón, las principales preocupaciones de los vecinos

Calles cortas y oscuras, basura en algunas esquinas. 105 familias, quizá más. Un colectivo que no llega, moscas en el aire: el retrato del San Jorge



Para llegar al barrio San Jorge hay que pasar el Parque Industrial, siguiendo la Nicolás Avellaneda hasta el final. Antes de llegar, luego del vivero municipal, un gran montículo de basura y chatarra da la señal de "bienvenida", y de allí se extiende por todo margen de la calle de ingreso: la Nicolás Avellaneda; unos metros más adelante, un gran zanjón de olor nauseabundo se expande hacia el centro.

"La gran alcantarilla, que tenemos en la entrada del barrio, desemboca en un lago de materia fecal; es repugnante, todo lo de las cunetas se va directo ahí. Lo que más nos afecta es en la condición en la que se encuentra: el olor es insoportable y se juntan todas las moscas de la ciudad sobre esa superficie de agua negra. Lo peor es que no queda allí, todo el barrio está invadido de moscas y la baranda cada vez es más fuerte", argumentó un vecino, con la expresión del asco en el rostro y casi sosteniendo la respiración.

Calles

Las calles del barrio son cortas y pocas, algunas incluso se perdieron por el avance de la vegetación; sin embargo, el estado de estas en general es muy bueno, aunque entre los vecinos prevalece un pedido: "Necesitamos que pavimenten la Nicolás Avellaneda. Nos sentimos aislados en este barrio, lejos de todo", manifestaron, escondiendo la idea de que el pavimento acorta las distancias. Pero entre los argumentos, el principal se refiere al transporte público: "Al tener una entrada de tierra, que a veces está en feas condiciones, el colectivo no entra al barrio, directamente pasa de largo por la avenida. Los vecinos tenemos que caminar un montón, hasta llegar a la Napoleón", dijeron.

Nuevas luces

"Hace más de 10 años que vivimos en el barrio, desde que, por iniciativa de Cáritas, nos adjudicaron una vivienda y fuimos trasladados. Reubicaron a 105 familias que vivíamos en zonas inundables, dando nacimiento al San Jorge", cuentan Eva y Cristino desde la vereda de su hogar. Según relataron, desde que llegaron hasta el día de hoy, "el barrio ha crecido". Sin embargo, sostuvieron que aún coexisten demandas comunes: "Contamos con una capilla en el ingreso al barrio, que de alguna forma nos resguarda, también con un centro de salud, casi llegando a la avenida Frondizi. Pero aquí, aún nos sentimos un poco solos y oscuros", dijo la señora, refiriéndose a la falta de alumbrado público. "Son pocas calles, pero vivimos mucha gente, y si bien contamos con algunas farolas, la mayoría está quemada, o rota", lamentó.

Limpieza

A simple vista, la zona de las viviendas está limpia y ordenada. Sin embargo, ciertos lugares más alejados acumulan desde pañales y cartones hasta restos de comestibles. Un ejemplo de ello se mantiene al costado de la Nicolás Avellaneda, como mínimas réplicas de la imagen que recibe, en el acceso al barrio. Por otro lado, es notable el mantenimiento disparejo, entre vecinos, de las zanjas: algunos se preocupan por mantenerlas limpias y bien marcadas, mientras que otros conviven con frentes inundados de agua sucia y vegetación que crece alrededor.






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