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¿Por qué nos enfermamos?

No nacimos para vivir enfermos, sino para disfrutar de una perfecta salud que nos permita perseguir todos nuestros sueños y verlos convertirse en realidad.



Es verdaderamente sorprendente la cantidad de gente que se enferma hoy en día. En algunos casos, es el resultado de la mala alimentación y de la falta de ejercicio. Pero por lo general, la plataforma de todas las enfermedades es el estrés. Todos nos enfermamos alguna vez. Ya sea que se trate de algo leve o de algo más serio, cuando nos enfermamos, necesitamos hacer una alianza muy especial. En la mayoría de los seres humanos conviven tres partes:

1. una parte sana,
2. una parte enferma y
3. un yo profundo.

Si queremos sanarnos de alguna enfermedad, el yo profundo tiene que hacer una alianza con la parte sana. Así es como conseguimos que se cure la parte enferma. La persona se enferma, cuando su yo se alía con la parte enferma. Y si ya hay un órgano enfermo y hace la misma alianza, se enfermará aún más.

¿Qué significa aliarse con la parte enferma? Varias cosas:

-Ponerse en víctima

El enfermo que se victimiza en realidad siente compasión por sí mismo. Estas son algunas de las cosas que dice: "¡Qué terrible lo que me está pasando! ¡Pobre de mí!". Dicha actitud solo empeora la situación. A la mayoría de nosotros, cuando nos enfermábamos de chicos, nuestros padres nos traían un regalo. Por ese motivo, algunos adultos albergan la idea inconsciente de que, si se enferman, alguien les va a hacer un regalo. Es así como se colocan en el rol de víctimas para conseguir algo de alguien.

-Resignarse

Un enfermo que se resigna a una enfermedad deja de hacer lo que hacía antes de enfermarse: trabajar, salir con amigos, practicar deporte, etc. Es decir que abandona todo lo que le brinda bienestar. No se da cuenta de que de ese modo solo logra enfermarse más. La resignación surge cuando uno se siente impotente frente a una situación que lo excede.

-Sentirse culpable

Aunque suene increíble, algunas personas creen que la enfermedad les vino porque hicieron algo malo. En el fondo, tienen culpa. La religión en algunas ocasiones refuerza esa idea, pues nunca falta alguien que comenta: "Por algo Dios le mandó esa enfermedad...", lo cual no colabora en absoluto. Es fundamental entender que ninguna enfermedad es un castigo por haber hecho algo indebido. Tal pensamiento nos enferma más.

Para darle batalla a la enfermedad y lograr curarnos, nuestro yo profundo tiene que hacer alianza con la parte sana que hay en nosotros. Ahora, cuando acompañamos a alguien que ha perdido la salud (porque se ha aliado con su parte enferma), jamás deberíamos ponernos a explicarle por qué ocurrió lo que ocurrió. Tampoco hay que demostrar lástima por el enfermo.

Lo mejor es siempre compartirle esta idea a la persona en palabras simples. Podríamos decirle algo así: "Vos sos más que una parte enferma porque en vos hay también una parte sana y un ser más profundo. Este ser profundo ahora necesita hacer alianza con tu parte sana para darle batalla a la enfermedad".


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