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Oportunidades perdidas

Una columna de opinión de Benjamín Fernández Bogado



Si algo nos caracteriza a los latinoamericanos -casi sin excepción- es la escasa capacidad de visionar las oportunidades para construir posibilidades para la población en su conjunto. Esto viene con referencia a un paso esta semana por Corea, un país extraordinariamente pobre hace 50 años pero que hoy cosecha lo que sembró cuando en dos generaciones sus gobernantes, muchos de ellos autoritarios y corruptos como muchos de los nuestros, pero con un sentido de destino claro. Invirtieron en su mayoritaria clase joven y hoy tienen empresas de tecnología cuya venta de algunos modelos supera en mucho el producto interno de nuestros países.

Vieron mucho más antes que nosotros que la inversión en ciencia y tecnología, en una formación de cuadros, radicación de empresas e institucionalidad a la larga pagaría en gran proporción superior lo invertido. Esta semana, en las oficinas del embajador de Ecuador en Seúl con un grupo de colegas suyos del servicio exterior latinoamericano me han convidado a conversar sobre estos temas y saltó como casi siempre acontece que nuestra condena al subdesarrollo está condicionada a seguir los dictados de EEUU. Nunca como en los últimos años de confusión e incertidumbre y con el gran golpe al capitalismo del 2008 podríamos haber cambiado el destino de nuestros pueblos y huir de esa "maldición" que para muchos es el fundamento de nuestra pobreza y atraso.

No lo hicimos. Por el contrario, perdimos la ocasión de invertir grandes recursos en la formación de cuadros, sacar a millones de la pobreza, radicar capitales, en definitiva, usar los buenos precios de nuestras materias para establecer industrias que agreguen valor a dichos productos y no dilapidarlos en acciones que solo terminaron empobreciendo aún más a los pueblos a los que se les llenó los oídos de promesas y los bolsillos de subsidios con los que se simulaba salir de la condición de pobre para hacerlos ingresar por millones a ese precariato construido sobre la falsa clase media referenciada.

Estos coreanos aprendieron la lección. Nosotros que vemos esto a la distancia menoscabamos sus logros afirmando que no lo hubieran hecho sin los norteamericanos, que tienen una base militar sostenida por el dinero del país anfitrión y por el tax payer americano. Eso le representa a Washington un punto de anclaje de su política exterior en una región que le ha sido hostil por muchos años. Pero hay mucho de tarea de estos 50 millones de habitantes que hoy gravitan cada vez más en terrenos en donde hace 5 décadas jamás hubieran pensado incidir. Tenían una visión de destino, de ahí que hablar del "milagro del río Han" es casi un insulto para una generación que se deslomó trabajando y educando a sus hijos y en donde incluso los dictadores como el general Pak entendían que el gobierno no podía hacerlo todo solo.

Es el tiempo de dejar de lamentarnos y aprender de la experiencia de estos países. No hay muchos secretos. Educación, compromiso de los gobiernos con las generaciones por venir, fuerte tarea de construcción de institucionalidad, valores de previsibilidad y calidad de productos y, por sobre todo, una rutina orientada hacia el verdadero desarrollo y no a la cháchara vocinglera que proclama valores que nunca son en verdad compartidos por quienes gobiernan y menos comprendidos por los gobernados. Aprendamos de una vez por todas.


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