Chile tiene historias interesantes como el hecho de haber sido el único país que eligió un presidente marxista por voto popular en la segunda mitad del siglo XX fuertemente dividido por la guerra fría. Soportó una cruel dictadura del General Pinochet el que fue el ataché personal de Fidel Castro en su larga como molestosa visita a la asunción presidencial de Allende. El mismo general que instituyó un par de becas anuales en Oxford a los mejores graduados de la escuela de estado mayor y el país que dedicó últimamente casi un 75% del debate presidencial al tema educativo. El tema que trajo serios problemas a la expresidenta Bachelet y que a pesar de los mejores números positivos no está para nada contento con los resultados que tienen. Un país tras la Cordillera de los Andes. Transandinos para muchos de nosotros, aunque ellos apliquen el término para los demás, el único sin frontera con Brasil y con un presidente rico que tiene un PhD en economía por la Universidad de Harvard. ¿Cuántos ricos pueden presumir de eso? El mismo que me dijo una vez en el Palacio de la Moneda que ser presidente había sido un mal negocio, ya que tuvo que vender sus acciones en LAN Chile para evitar conflictos de interés pero que esos mismos papeles pasaron a valer mucho más con la fusión que hizo la empresa con la brasileña Tam.

Tampoco abundan los presidentes que tengan en cuenta esas cuestiones de conflictos entre lo público y lo privado. El mismo que afectó duramente a la expresidenta Bachelet y que impactó en su segunda presidencia. Los chilenos son distintos a muchos de nosotros. Son capaces de nombrar comisionado del instituto de acceso a la información pública al abogado que le ganó el pleito al mismo Estado en un caso que llegó ante la Corte Interamericana de Derecho. ¿Qué gobierno escogería a quien le propinó semejante paliza?

Tienen muchas tareas que realizar, pero están en el buen camino. Requieren reducir los números de inequidad que lo colocan entre los tres primeros junto a Brasil y Paraguay. Su alta dependencia del cobre y su notable disparidad entre los pocos súper ricos y el pueblo en su conjunto. Pero, reitero, están en el camino correcto. Pueden pasar de una mandataria socialista a otro de derecha sin que se produzca un terremoto político ni mucho menos. Es un caso menor... en un país desarrollado pero muy aleccionador en un subcontinente en donde los relevos nunca están exentos de conflictos ni de luchas fratricidas y menos de menoscabo institucional o constitucional.

Chile es un buen alumno en varios temas centrales. El único país que supo que sus crisis políticas tendrían que ser resueltas con más educación e institucionalidad. Esa es la clave para explicar por qué puede ser el primer país desarrollado del subcontinente mientras nosotros estamos aún buscando explicaciones donde no deberíamos. Es bueno aprender de los demás muchas veces.