El psiquiatra y antropólogo Agustín Barúa Caffarena, integrante del colectivo "La Frágil", de Asunción, brindó una charla taller sobre las prácticas amatorias y desamatorias para "reflexionar entre varones sobre cómo amamos y desamamos y cuáles son los componentes violentos en nuestro amor".
"Empezamos con disparadores de una canción romántica que veíamos que hacían a la forma violenta de amar. La idea es trabajar a partir de canciones y otros aspectos de la violencia amatoria. Los encuentros buscan reflexionar sobre nuestras prácticas cotidianas y es todo un desafío construir cuidado sin complicidad entre varones: ¿Cómo ponés un borde?, ¿cómo frenás eso? La idea es esa, empezar por algo, empezar a construir y de-construirnos", dijo Barúa Caffarena a La Mañana.
"Que un hombre se dé cuenta de sus prácticas machistas no es simple. Incluso tengo que hacer esfuerzos para no tener prácticas de control sobre mi pareja", agregó Barúa Caffarena, que asume que el quiebre a nivel personal se realiza durante su desempeño como psiquiatra al escuchar en los relatos de las mujeres que acompañaba en salud comunitaria, hablar de la violencia de sus parejas, y decirse "yo hago eso". "No me quebré cuando escuchaba a mis parejas, lo hice al escuchar a otras hablando de la violencia de sus parejas", reconoció.
Así también, consideró que este tipo de movimientos nace por la inercia del de mujeres que genera una interpelación casi inevitable: "Este modelo de masculinidad es cada vez más insatisfactorio y nos encierra en situaciones más frustrantes, confusas y cada vez nos sirve menos. No sabemos cómo ser varones de otra manera".
"Es muy difícil interactuar con otro grupo de varones, y colocar este tipo de cosas sobre el tapete es difícil porque los otros varones se sienten violentados por la interpelación, la diferencia, por la no reproducción de esas formas masculinas dominantes. A su vez, este tipo de grupos es interesante porque es un lugar donde se pueden compartir tus contradicciones y a la vez inventar nuevas formas de ser", aseveró.
Desafíos
Barúa Caffarena dijo que el proceso de cambio se encuentra incipiente: "Es un principio. En Asunción, las generaciones más jóvenes de varones tienen otra sensibilidad, no están tan apegados al código macho, no son tan competitivos, se permiten estéticas diferentes. Están jugando más con otras posibilidades, pero todo se está dando de manera incipiente. Los procesos se están dinamizando. Estamos comenzando y aún estamos repletos de contradicciones".
Sin embargo, sostuvo que el primer signo del proceso de transformación es que te confundas. Si te confundís por lo menos no seguís el guión machista básico, el gran problema es la certeza machista. Cuando comenzás con la confusión, tenés un poco de dudas y preguntas, se da la grieta para la transformación", concluyó.