Esta semana, el profesional estuvo en nuestra provincia por primera vez para brindar una serie de charlas en el Auditorio de la Iglesia "Casa del Alfarero", sito en Corrientes 2199, y destacó la labor que desarrolla en nuestra provincia el Instituto de Investigación, Asistencia y Prevención de las Adicciones (IAPA), dependencia con la cual colaboró ofreciendo encuentros de concientización en diferentes establecimientos educativos de nuestra ciudad y en otros ámbitos; y se adelantó que volverá a Formosa en otras ocasiones para seguir relatando su historia y creando conciencia acerca de las adicciones.

Las charlas continuarán hoy en el Auditorio, en cuatro bloques diferentes: a las 10, 16.30, 18.30 y 20.30 horas. Se ofrecerá la misma disertación en cuatro horarios, para poder abarcar al número importante de personas interesadas en asistir a los encuentros.

"Mi historia y mi relación con los consumos problemáticos de sustancias se vieron afectados por múltiples factores. Tuve una infancia hermosa, con una muy buena educación. Vivía en una casa de clase media alta de la localidad de Ramos Mejía, en la provincia de Buenos Aires, formaba parte de un club de fútbol y quería ser jugador profesional. Pero dentro de mi hogar, yo ignoraba que mis padres estaban afectados por enfermedades de salud mental. Ambos eran bipolares, y yo desconocía esa realidad. Mientras yo llevaba una vida normal, en mi casa existía una 'bomba' que estaba por estallar", contó Kornetz a este diario.

Cuando Matías tenía diez años, sus padres fueron internados en clínicas psiquiátricas distintas. Entonces, la situación económica para la familia se volvió insostenible. Por ello, con su hermana mayor, quien ocupó el lugar de una persona adulta, y su hermano menor debieron vender muebles y muchas otras pertenencias para poder subsistir. De este modo, se trasladaron primero a una casa más pequeña en la misma zona y después a una vivienda más humilde, para luego mudarse la localidad suburbana de Agustín Ferrari, en el partido de Merlo, donde debieron construir una casilla con techo de chapa.

"Tuve que dejar mi colegio y el club en el cual jugaba, y vivir sin padres. Y nos vimos obligados a tener que trabajar. Pasamos a subsistir en la extrema pobreza. De ese modo, descubrí varias realidades que la calle hace conocer. Entre ellas, el manejo de dinero y las habilidades que se tienen que adquirir para vender cosas. Pero arrastraba una frustración muy grande, que era haber abandonado el sueño de ser un jugador de fútbol, y haber tenido que dejar atrás mi vida anterior", afirmó.

"En ese momento, yo tenía 12 años y nos acercamos con mis hermanos a una Iglesia evangélica, donde se nos intentó ayudar, y nos asistieron económicamente. Pero sentía que en ese lugar se quería reemplazar toda mi vida por un hábito de fe. Y yo no buscaba eso. Entonces, entré en un diálogo profundo con Dios, y le pregunté que si me amaba, y por qué me pasaban todas esas cosas; y me respondió algo que en su momento no me gustó: me dijo que los problemas que me sucedieron eran consecuencia de cosas que se decidieron antes que yo naciera, y que lamentablemente ahora las sufría yo. A su vez, me aseguró que si yo se lo permitía, él me iba a ayudar a atravesarlas. Yo respondí que no, y que yo quería tener una vida normal. Luego, él me aclaró que yo no podría volver a lo que yo quería, que eso en realidad no era una 'vida normal', y me prometió que a futuro, podría ayudarme a revertir mi situación. Entonces, dejé de hablar con él", narró.

Drogas

"De inmediato, me ensañé con la vida, y me propuse hacer todo lo posible por atentar contra mi vida. Inconscientemente, buscaba morir. De ese modo, comencé con el consumo problemático de sustancias, consumiendo tabaco, marihuana y luego pegamento. Después de eso, me fui del lugar donde vivía, que no lo consideraba una casa, sino un rancho o algo por el estilo. Ahí empecé a drogarme con mayor intensidad, ingiriendo también pastillas y cocaína. Era un adicto 'policonsumo'. Dejé de trabajar y me dediqué a robar", reconoció.

"El consumo de drogas no me permitía pensar, y robaba para poder mantener el vicio y vivía por él. Me hice de un grupo de amigos que elegí porque los consideraba los potenciales 'victimarios' de mi vida. Incluso, yo mismo me volví un violento: imposté un perfil, y me creí un personaje que no era. Del mismo modo que otros me iniciaron, yo también inicié a otros en el mundo del delito, la violencia y el consumo de drogas. A los 15 años, estaba asaltando con la pistola 9 milímetros de un policía, y tuve varios estados de sobredosis de consumo, y diversos intentos de suicidio", puntualizó.

Un día, Kornetz tuvo un enfrentamiento con efectivos de la Policía de la Provincia y fue detenido. "Me pusieron ante las leyes del menor, y me dijeron que debía iniciar un tratamiento para dejar las adicciones. De lo contrario, me advirtieron que iba a terminar mal. Yo siempre digo que la Policía me salvó la vida, porque el día que me apresaron yo tenía planeado un suicidio, y había perdido la voluntad de vivir. En lo referente a los efectivos policiales, no podemos generalizar. No siempre las fuerzas policiales cumplen con su trabajo, pero esa vez actuaron acordes con su deber", reconoció.

A partir de ese momento, Kornetz inició un tratamiento en un centro de prevención de las adicciones del municipio de Merlo. "En ese momento, los profesionales me dijeron que hiciera el proceso de manera ambulatoria. Y tuve que volver a mi casa, y eso fue lo peor para mí, porque todo o que yo hacía era para huir de esa realidad. Mis padres salían de los establecimientos en los cuales estaban internados y al poco tiempo volvían, hasta que les dieron de alta, pero ya no volvieron a ser los mismos, y convivimos muy poco tiempo: y yo consideraba que ellos eran los responsables de que haya perdido mi proyecto de vida", remarcó.

"Con el transcurso de los años, fuimos ampliando la casilla hasta convertirla en una casa de cuatro ambientes, con ayuda de efectores del municipio, y las colaboraciones de la Iglesia y de la comunidad. Entonces, mi hermana mayor ya tenía su propia casa, y yo tenía muy pocos amigos, y detestaba a la Iglesia como institución, porque quería estar con gente que se asocie a mi proyecto de vida, para alcanzar lo que yo quería hacer", comentó.

"Después de desintoxicarme, pude empezar a sentir y razonar un poco más, y hablar con los especialistas acerca de las cosas que me habían afectado. Ese proceso fue tremendo. La droga es un síntoma: la enfermedad radica en el silencio, en el ser sufriente, en no poder poner en palabras lo que a uno le duele y buscar algo para 'anestesiarlo'. En mi caso, fueron las drogas, y mostrarme violento. Pero lo que yo demandaba era amor. Cuando me di cuenta que podría hablar sobre todo lo que había pasado y no me dolía, me di cuenta de que estaba sano", admitió.

Dios

Con la ayuda de los profesionales de la salud del centro comunal, a los 20 años Matías dejó atrás el consumo y pudo terminar el Secundario, pero fue su entrega a Dios lo que terminó de cambiar su vida. "Soporté la convivencia en mi hogar y un tiempo después, a pesar de haber hablado todo lo que me pasaba, sentía un vacío que faltaba cubrir. Lo hablé con mi psicóloga, me hicieron leer libros y me dijeron que podría ser algo que las personas no iban a poder resolver. Finalmente, yo logré llenar ese vacío hablando con Dios, pero no desde el lugar de un fanático. Fui sincero, le entregué mi corazón y le dije que no quería sentir más tristeza y ser un buen ciudadano y una buena persona. El me fue acompañando lentamente y dialogamos muchas veces. Me fue marcando lo que estaba bien y lo que estaba mal; y me indicó que tenía que dejar de lado cosas relacionadas con la carnalidad, o con las debilidades humanas, y nacer de nuevo. De ese modo, El iba a vivir dentro de mí, y yo iba poder encontrar la paz que estaba buscando", relató.

Más adelante, Kornetz estudió la Tecnicatura en la Universidad y comenzó a utilizar sus conocimientos y su experiencia como herramientas de prevención y de concientización. "No hay nada peor que negar la realidad, y no hacer algo para tratar los problemas que tenemos", consideró.
Hoy, Matías tiene 30 años, está felizmente casado con Abigail Ligotti y juntos participan de la Iglesia Casa de Oración en el barrio porteño de Flores. 

Para finalizar, Kornetz manifestó: "Para luchar contra las drogas, hay que entender los factores que hacen que el consumo avance. La problemática no se vincula solo con la venta de los estupefacientes: es multidimensional, y tiene tres aspectos: uno es lo que atraviesa el sujeto en todos los aspectos; otro, el contexto en el cual crece la persona; y por último, las conductas y sustancias que ponen en riesgo la salud y a las cuales el sujeto está expuesto. Cualquier objeto o comportamiento que genere placer a la persona y que permita olvidar los problemas puede convertirse en una adicción".

"Una historia para contar"

En 2017, Matías Javier Kornetz publicó "Guardado en el corazón - Una historia para contar", un libro dedicado a relatar su historia y a orientar a los jóvenes que se encuentran en situación de riesgo.

"Una vez, alguien me dijo: 'Este mensaje lo tenés que expandir, y tiene que transformarse en un libro, que va a permite traspasar la barrera de la limitaciones de la humanidad. El texto, aunque vos ya no estés en la Tierra, va a seguir hablando, aunque no de la misma forma, e irá a lugares donde vos a lo mejor nunca llegues. Lejos de una historia de muerte, va a ser un relato de resurrección'", especificó.

Por otro lado, Matías trabajó durante tres años en la Dirección de Niñez del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, donde acompañó a menores en situación de calle, y hace seis meses decidió dejar el cargo para dedicarse de forma institucionalizada y permanente a brindar charlas en diferentes puntos del país. "No tengo un ingreso fijo, pero Dios no me hace faltar nada. Al terminar los encuentros, varias personas se acercan y dicen sentirse intensificadas con esta historia", apuntó.

En la actualidad, Marías Kornetz trabaja en un texto dedicado específicamente a la prevención del consumo problemático de estupefacientes. "La salud es fundamental para armar algo que está destruido, al igual que la educación, el deporte, la familia y la Iglesia que es esencial. No podemos dejar atrás a Dios, que es quien nos creó y quien une a todas las instituciones de nuestra sociedad. Todas las partes de la comunidad son necesarias para tratar a quienes sufren adicciones, y también para prevenir a quienes se encuentran en situación de riesgo", expresó.