No figura en ningún padrón de las oficinas de Registros de Propiedad. No goza de derechos de autor ni tampoco se pueden reclamar cánones intelectuales. No le alcanzan las patentes ni registros de marcas. Es esencialmente libre y admite múltiples interpretaciones. Me refiero a la verdad.
Nadie puede arrogarse su posesión porque siempre es subjetiva y cuestionable. El vendedor callejero dice que es un trabajador, lo que es verdad; pero el comerciante lo acusa de competidor ilegal, resultando ser también verdad. Y es ahí donde comienza el debate y posiciones tornando subjetiva a esta verdad.
Juan Domingo Perón decía que la única verdad es la realidad. Pero la realidad no es la única verdad sino que es el resultado de la suma de pequeñas verdades que van dando forma a la realidad conforme las circunstancias se van presentando. Como partes de un rompecabezas.
El Gobierno tiene que recurrir a ayuda externa para afrontar el sostenimiento económico del país debido al estancamiento en ese sentido. Las PyMEs ven peligrar sus emprendimientos por esa decisión oficial. Al trabajador no le alcanzan sus ingresos para satisfacer sus necesidades propias y familiares por la situación de las PyMEs. Son todas verdades encadenadas y cotidianas que resultan en una sola aparente realidad incuestionable: estamos en crisis.
El problema es cómo salir del atolladero. Todos esgrimen su verdad. Todos tienen razón. Pero, la realidad es dinámica, mutante. Se adapta al momento sin dejar de respetar a la verdad de todos. La verdad es inmutable, pero la realidad no. Por lo que la situación de crisis puede variar, aunque, la verdad será otra. Para lograrlo, hay que ser solidario.
Dicho esto, resulta que cumplimos 208 años como nación libre, soberana e independiente. Pero también conflictiva y sin construcción de un auténtico sentir nacional. Individualistas, nos creímos ser únicos en todo. Los mejores. Y la realidad, nos abofetea trayéndonos a este mundo donde somos un ser humano más. Otro país en el concierto de naciones. Ni mejores ni peores.
Nos unen la bandera, la escarapela, el himno, el fútbol y las Malvinas. Pero siempre distanciados por intereses sectoriales. No resulta casual que a las distintas corrientes políticas las denominemos "partidos" cuando deberían ser "alternativas.
Históricamente, todo para los argentinos es blanco o negro. No admitimos grises ni intermedios. Se entiende muy bien lo que es un oficialista o un opositor, y se acepta. Pero el independiente ni siquiera es considerado.
Renuentes a respetar reglas básicas de convivencia dictamos reglamentos propios de organizaciones civiles ordenadas y avanzadas. Eludimos los debates políticos de fondo pero nos rasgamos las vestiduras en los de forma. Damos verdaderas clases de erudición dialéctica en los discursos pero no interpretamos ni comprendemos el clamor popular. Exigimos al otro lo que no estamos dispuestos a dar nosotros.
Y todo, pero todo lo hacemos en nombre de la patria, aunque nos guste más pasear en el exterior que recorrer nuestro territorio. Hasta nos jactamos de poseer algo de marca foránea. El dólar es nuestro bien de atesoramiento y aunque usemos al peso como moneda de pago es la primera que define valores de mercado.
Estas son todas verdades que según las circunstancias dan distintas realidades. Momentos realmente prósperos. Otros, en crisis. Sin consolidarnos como sociedad con intereses comunes y con visión de futuro. Tercerizamos culpas y no asumimos compromisos. Nos quejamos de todo y por todo.
Somos así. Somos argentinos. Y esa es la incuestionable verdad. De nosotros depende cambiar la realidad como se logró ese lluvioso 25 de Mayo de 1810.
Muy feliz día de la patria.