De allí pasamos a esperar la reactivación del "segundo semestre" del 2017", pero nuevamente caímos en una estanflación que hoy continúa, con déficit gemelos imposibles de financiar, con inflación, con estampida del dólar, con despidos, cierres de miles de PyMEs, y mucha gente desamparada. Un Estado ausente de los problemas de la gente hace daño, provoca muchos excluidos y marginados que el sistema va centrifugando a la periferia de los grandes centros urbanos, sin contención, sin apoyo, sin acceso a la educación y a la salud.

En las provincias de las regiones periféricas, la situación tiene otro cariz. La cercanía de los gobiernos provinciales y municipales con la gente, cara a cara con el vecino, exigen otro tipo de respuesta. Como dijera Don Atahualpa: "Qué va a ser famoso si es mi vecino". Y es así. Nadie puede desconocer los problemas de la gente y aquí en Formosa se llega con políticas de contención, focalizadas en colectivos sociales más vulnerables para facilitar la integración social en un proyecto que nos compromete y nos contempla a todos los formoseños.

Esta es la realidad. Podemos discutir y opinar sobre las formas, sobre el contenido y sobre el alcance de los programas y de cada instrumento de la política económica y social, pero seguramente nadie puede desconocer la tranquilidad, la paz, el orden y el nivel de calidad de vida que poco a poco fuimos recuperando los formoseños.

Se viene un segundo semestre muy complicado, donde la moneda estadounidense tiene un valor de referencia para el mercado de $ 33 a $ 35. La asistencia del FMI no alcanza para tapar el gran agujero fiscal. Si tenemos en cuenta que se van por año aproximadamente 20.000 millones de dólares por turismo, ahorro y remesas de utilidades al exterior, sumado al déficit de la balanza comercial y del presupuesto nacional, entonces ese préstamo de emergencia no cubre las necesidades de este país emergente y se deberá volver a los mercados financieros internacionales, pero ya con una fragilidad, una endeblez y vulnerabilidad que dificultará el financiamiento y elevará la tasa de interés. La situación es crítica, todos lo advierten, los únicos optimistas son los funcionarios del Gobierno nacional. 

Se debate el Presupuesto Nacional y el Gobierno pretende un ahorro de 300.000 millones de pesos, pero exige a las provincias que recorten gastos por la mitad de ese monto. Una pretensión alejada totalmente de la realidad. Sólo la Provincia de Buenos Aires y la Ciudad de Buenos Aires, son los responsables del 60% de la deuda de las provincias y siguen sosteniendo su presupuesto con más y más crédito externo, amén de la asistencia de partidas no específicas que el Gobierno nacional les aporta. Nadie piensa que esos dos distritos reduzcan sus gastos en tiempos en que se vislumbra el horizonte eleccionario y se perfilan los candidatos.

El resto de las provincias no tienen y no pueden recortar gastos, porque la principal contención ante la pobreza generada por estas políticas de la ortodoxia neoliberal, la realizan, con recursos de su presupuesto, los gobiernos provinciales y municipales del interior del país, donde todavía el sentido común existe y la comprensión de las dificultades pone a funcionar mecanismos de solución a los problemas de la gente.