Felipe Armando González, maestro de Electricidad con 10 años de experiencia enseñando en el anexo Unidad Penitenciaria Provincial N°4 de varones de Clorinda, explicó que se acerca a los estudiantes considerándolos capaces de recuperar el deseo de aprender y de construir sus propios conocimientos
CLORINDA (de n/agencia)- Felipe Armando González, maestro de Electricidad con 10 años de experiencia enseñando en el anexo Unidad Penitenciaria Provincial N°4 de varones, perteneciente al NEP y FP N° 24 "Gral. Martín Miguel de Güemes" de la ciudad de Clorinda, reflexionó respecto a la vivencia compartida con los internos a los que capacita desde una visión humanitaria.
En diálogo con La Mañana, González señaló: "Ellos tienen una cultura carcelaria y solo a través de la educación cambiarán sus destinos en forma positiva. Allí entran a tallar la empatía, esa capacidad de percibir, compartir y comprender en lo emocional al otro. Esto hace que el proceso de enseñanza-aprendizaje de los estudiantes privados de su libertad logre su objetivo. Tomando las palabras de Lewkowicz: "El estudiante preso, si bien está preso, no es preso sino estudiante".
Indicó que la atención del grupo clase parte de las particularidades emocionales y comunicativas de los estudiantes, que son resultado de las historias personales y de reclusión: "Estos obstáculos de los educandos son complejas, propias del contexto de encierro que prevé la ruptura con el mundo exterior y la privación de la libertad, drástica disminución y sustitución de estímulos sensoriales. El preso se integra a un mundo pequeño con pabellones, barrotes y muros. La mutilación del yo que se presenta y hace perder su identidad, dando lugar a un proceso de despersonalización, que lo lleva a ser un 'número' dentro de un colectivo masificado".
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