pixel facebook
Sábado 20 de Abril de 2024

17 ° C Clima

Logo Editorial


1.000.000%

Una columna de opinión de Benjamín Fernández Bogado



Sí, esa es la cifra de la inflación calculada para Venezuela, un país inmensamente rico pero tozudamente empobrecido por el régimen chavista. Con unas reservas petrolíferas inmensas y para cientos de años, hoy tiene un salario mínimo con el cual es imposible comprar una lata de atún. Es de lejos un caso de estudio para saber todo lo que habría que hacer para evitar destruir un país completo o para acabarlo. Hoy esta cifra de la inflación excede en mucho una medición económica, hoy sólo se puede resumir en una palabra: fracaso.

La responsabilidad principal la tienen Chávez y Maduro, que están a punto de cumplir dos décadas de hambrear un país al punto que en los anales de la medicina es ya un caso patético donde su población ha perdido peso por la escasez de alimentos o de capacidad para comprarlos. Desde donde se lo mire, los venezolanos son millonarios en desgracia. Se acumularon tal maldición para caer como una peste sin importar condición social ni económica. Los que pudieron se fueron del país dejando todo ante una epidemia de corrupción, prepotencia y muerte. Los que habían sostenido al régimen y votado por él para acabar con los que creían era la causa de su desgracia, hoy no tienen manera de entender el tamaño de la peste que los afecta.

Así como la "gripe española" a comienzos del siglo XX se cobró la vida de 100 millones de personas -más que los 40 millones de fallecidos en la primera guerra mundial-, lo que pasa en Venezuela es tan catastrófico que requiere solución urgente. No podemos permitir que un país tan rico haya llegado a tal nivel de empobrecimiento, sumisión y corrupción. La cuna del Libertador Bolívar, cuya memoria se deshonra en la nueva denominación del país, no es un caso más de estado fallido, es claramente una muestra de decadencia de América Latina, incapaz de detener la desgracia de un pueblo hermano.

Con esta inflación prevista de un millón por ciento, nada tiene ya valor. La vida es una mercadería de sobrevivencia a cualquier costo. Así como a un náufrago no se le demandan valores éticos, así también no sentirnos responsables de lo que acontece en Venezuela es condenarnos a que algún gobierno delirante haga lo mismo con nosotros. Este país nos interpela a todos. Aquí no valen los argumentos ideológicos, aquí hay que salvar a nuestros hermanos sumidos en una desgracia que también es la nuestra.

Cualquiera sea la posición que tengamos ante los gobiernos, lo que importa en realidad es la vida, y la que tienen los venezolanos hace mucho tiempo ha dejado de ser calificable como tal. Los opresores del sistema se mofan de un pueblo al que ya no tienen por qué reprimir a balazos ni condenarlos a prisiones injustas, el país completo vive preso de una realidad que ha roto todos los indicadores posibles de vida posible. Sólo les queda sobrevivir como puedan.

La inflación del 1.000.000% es de una crueldad inadmisible en un siglo que aparentaba haber sepultado hace mucho tiempo la ignominia y el desprecio a la vida humana. Hay que rescatar a Venezuela de su ocaso. Su fin puede ser el nuestro.



Comentarios
Los comentarios publicados al final de cada nota son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden generar sanciones legales. La empresa se reserva el derecho de moderar los comentarios y eliminar aquellos que sean injuriosos o violatorios de cualquier legislación vigente.
Todos los Derechos Reservados © 2024 Editorial La Mañana

La Mañana
RSS
Sitemap

Redes Sociales
Facebook
Instagram
Twitter

Miembro de
Logo Adepa
Adherente a Programas
ONU mujeres

Logo Footer