" />
Viernes 29 de Marzo de 2024

24 ° C Clima

Logo Editorial


CRÓNICAS DE BARRIO: De la lejana "La Tablita", al Simón Bolívar restaurado

El Simón Bolívar es uno de los tantos barrios que integran el Circuito Cinco. Comenzó tras la gran inundación de 1983, en paralelo al barrio Camerún, hoy Juan Domingo Perón. Le decían barrio "La Tablita", porque las casitas eran de cartón, chapa y tablas. Así lo cuentan los vecinos y recuerdan las épocas donde la luz era sólo la del sol, cuando conseguir agua era toda una aventura, cuando el barrio era el último punto donde llegaba elcolectivo de la empresa San Martín, cuando la distracción de los niños era jugar al fútbol en el barro.



"El Simón Bolívar era el fin del mundo, ahora hay un montón de barrios alrededor", dijo un vecino y en una expresión dio las pruebas del crecimiento. Si bien, todavía las calles y las zanjas son un gran problema, basta con que piensen en los primeros tiempos, a mediados del '80, para enorgullecerse: "Avanzamos, sí que".

"Yo llegué al barrio cuando tenía 18. Vivíamos en La Negrita, en una hermosa casa. De ahí fuimos con mi mamá y mis siete hermanos al Paraguay porque allí vivía mi abuela, pero era muy difícil la vida así que cuando falleció la abuela, volvimos. Yo siempre le decía a mi mamá que ni loca iba a vivir acá, en La Tablita, y acá terminé. Cuando llegamos las casitas eran puro cartón y tablas. Viví en la manzana 5, casa 11. Mi vecino tenía una casa de barro. Todo era así, tierra, terrenos vacíos, espartillo, la nada misma. Eramos sólo algunos vecinos. Después crecimos", relató Alejandra García, una de las primeras vecinas. 

Alejandra llegó hace 31 años, sin opción, y terminó quedándose por elección. Sigue en el barrio y en la manzana 5 pero en otra casa, y ya no vive con su madre sino con su marido. A pocas cuadras tiene una boutique de ropa y mientras atiende, relata: "No había servicios. ¿El agua? Había que acarrear del otro lado del Colegio N° 30. Cuando no traían el tanque, había que ir con bidones, carro o bicicleta hasta Radio Nacional para traer agua. También juntábamos agua de la zanja de atrás para lavar las ropas, pero no era agua sucia como ésta, era agua de lluvia. No había contaminación en ese entonces. Recién en el 92 nos conectaron; me acuerdo que para eso, nos juntamos entre los vecinos y compramos los caños".

¿La luz? "Y teníamos unas lámparas que funcionaban a gas, hasta que unos vecinos trajeron la energía de la Constituyente, ahí nos enganchamos todos", contestó como si fuese obvio. "Pasaron varios años hasta que nos conectaran bien, con medidor", agregó.

Los vecinos resaltan que el barrio fue mejorando con el tiempo, con la organización vecinal y, por supuesto, el esfuerzo personal de cada uno. "Donde hoy está la Escuela 436, era tan feo. La calle siempre estaba fea, la zanja... ¡Uf! Horrible", comentó uno de ellos. Ahora la escuela está en refacción y la calle, pavimentada, aunque sea una de las pocas. Uno no sabe qué cambios trae el pavimento para un barrio, salvo que haya vivido ese proceso. 

El barrio es bastante grande pero el paisaje es repetido: casas bajas, calles de tierra, veredas angostas, arboles altos y florecidos. Vecinos intentan arreglar un auto parado, al costado de una calle; otros trabajan en la medianera que divide sus respectivas casas; una señora mira por la ventana esperando que alguien pare y le pida algo, porque instaló recientemente un kiosco, en la entrada de su casa. Así también, varios decidieron vender ropa y la cuelgan de la puerta o la sacan a la vereda. Ya lo dirán algunos: "En el 'Saimon', se rebuscan o se ingenian".

Presente continuo

El Simón Bolívar está ubicado al margen de una de las primeras curvas del río Paraguay, hacia el final del Circuito Cinco, al límite del barrio 20 de Julio y 8 de Octubre, entre las calles Ana Ester Elías de Cánepa, la avenida Soldado Formoseño en Malvinas y la avenida De Los Constituyentes. Un barrio bastante grande, y -por el desarrollo de su alrededor- "cómodo". Hay dos escuelas, la EPEP 518 y la EPEP 436; una Casa de la Solidaridad, donde a diario desayunan y almuerzan entre 35 y 40 abuelos del barrio.

Entre las características que resaltan, en el barrio abundan los comercios: hay un boliche bailable, locales orientados a la construcción, a los artículos del hogar, peluquerías, talleres de moto y grandes supermercados. Además, una especie de franquicia del Mercadito Paraguayo del centro de la ciudad, "pero más barato", según lo promocionan sus comerciantes, al que se suman las boutiques tipo "showroom" en el living de cada vecino.

Usados restaurados

Frente a la escuela, en una esquina, los Fernández tienen dos negocios particulares pensados en el público de hoy, del barrio, según lo explicaron. De un lado, está el negocio de Rodolfo: arregla electrodomésticos, restaura prendas de cuero, zapatos, pone cierres, entre otras tareas que le pidan. "Me puse a hacer esto, pensando en la necesidad de la gente en tiempos de crisis. Hay que darle una oportunidad al pobre, al que menos tiene, y satisfacer una necesidad básica como es el calzado", explicó Rodolfo David Fernández. 

Rodolfo es artesano, lo fue siempre. Empezó vendiendo bijouterie, entre otras cosas fabricadas con alambre. Ahora se dedica a restaurar zapatos, cueros, trabajos de sastrería y además, repara electrodomésticos descompuestos. Lo tiene todo en la vereda. "Cuando hay crisis del bolsillo, hay que buscar soluciones. No se pueden tirar las cosas y comprar nuevas", expresó, mientras le daba unas puntadas a un estuche de guitarra.

Al costado de su negocio, su esposa y sus siete hijos, llevan adelante otro emprendimiento: "Vendemos ropas usadas, en buen estado y a precios bajos", comentó su hija Evelin. Tienen pilas de ropas en una mesa, algunas colgadas, y uno que otro zapato; todo cuesta alrededor de 100 pesos.

La bendición

"En el barrio hay 60 manzanas, la mitad pertenece a la comunidad Virgen de Salud, la primera comunidad religiosa del barrio, y la otra, a la Capilla de Caacupé", explicó Mónica López, una vecina que integra la comunidad religiosa. 

Según relató, la historia de la capilla comienza con unas cuantas vecinas del barrio que se organizaron para crear la comunidad religiosa: "Al tiempo que entregaron los módulos, entre los años 91 y 92, pasó todo. Empezaron a reunirse en las casas, bajo la coordinación de las hermanas misioneras que llegaron de España. Luego, consiguieron un terreno, las parcelas 32 y 33; allí está hoy la capilla Virgen de Caacupé 1. Se hizo a pulmón, con palma y techo. Luego, un grupo de familias fabricaron los ladrillos huecos de cemento y edificaron una parte".

"Una vuelta, en una de las primeras celebraciones de bautismo, se largó a llover torrencialmente. Estaba presente el vicegobernador -Floro Bogado- en esa oportunidad, porque iba a salir de padrino. Tuvimos la misa de bautismo bajo agua, con los pies sumergidos en charcos, salimos todos bautizados. Después de eso, el gobierno se hizo cargo de terminar la construcción de la capilla, la que tenemos hoy", agregó. 


Comentarios
Los comentarios publicados al final de cada nota son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden generar sanciones legales. La empresa se reserva el derecho de moderar los comentarios y eliminar aquellos que sean injuriosos o violatorios de cualquier legislación vigente.
Todos los Derechos Reservados © 2024 Editorial La Mañana

La Mañana
RSS
Sitemap

Redes Sociales
Facebook
Instagram
Twitter

Miembro de
Logo Adepa
Adherente a Programas
ONU mujeres

Logo Footer