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"No es poca cosa decir que trabajo en La Mañana": el orgullo de estar 37 años trabajando en una empresa

Justo Adorno y sus compañeros de sección son piezas clave en el proceso de impresión de este diario. Desde hace casi cuatro décadas trabaja en Fotomecánica y fue testigo de la evolución tecnológica de la Editorial



En la década del '80 trabajar en Fotomecánica era todo un reto. El proceso de ensamblado de una página de diario era una tarea casi artesanal que no admitía errores. Fueron muchos los que enfrentaron el desafío pero pocos los que alcanzaron la meta. La Mañana, a lo largo de 57 años, tuvo la suerte de contar con personas capaces y voluntariosas, que supieron adaptarse a distintas épocas y dar lo mejor de sí en el puesto que les tocó desempeñar. Es por eso, que la mayoría del plantel de este diario tiene más de 20 años de antigüedad.

En nuestro mes aniversario homenajeamos a algunos de nuestros trabajadores más antiguos, el protagonista de Historias de Vida de esta semana tiene 37 años dentro de la empresa. Se trata de Justo Adorno. Nació el 6 de agosto de 1961, en Kilómetro 142. Tiene 57 años. Es hijo de Estefanía Allende y Justo Adorno. Tiene 8 hermanos. 

Realizó sus estudios primarios en una escuela ubicada en inmediaciones de Laishí. Cursó hasta tercer año de la modalidad secundaria nocturna en la Escuela 124 de esta capital. Se casó con Lucía Romero. 

En su adolescencia trabajó durante 8 meses en la Usina; en una empresa de lácteos y en varios trabajos de construcción que hacía en sus tiempos libres.

A los 19 años, gracias a un vecino que trabajada en La Mañana, ingresó a concursar para el puesto en Armado. Don Enrique Emeregildo Read evaluó a 15 postulantes, que rindieron e hicieron pruebas durante una semana, y Adorno fue elegido junto a otra persona.

Luego de 10 años, pasó a la sección Fotomecánica, donde permanece hasta la actualidad. Fue testigo del avance de la tecnología dentro de la redacción. Pasó de hacer películas y láminas vegetales de manera casi artesanal hasta manejar con profesionalismo una moderna CTP "Computador a la plancha". 

Hace 37 años que forma parte de la Editorial y lo expresa con orgullo. "Con este trabajo crecí personalmente, cubrí las necesidades de mi familia, mantengo a mis 9 hijos y es mi orgullo, no es poca cosa decir 'trabajo en La Mañana'", aseguró.

Anécdotas

En todos estos años cosechó innumerables anécdotas y estuvo presente en cada cambio tecnológico, desde la llegada de las primeras computadoras, el Internet, las nuevas formas de revelado hasta la CTP. "Antes trabajábamos con el revelado de negativos. Era una página que se armaba arriba de una cartulina, que copiábamos en un film, que luego se revelaba con químicos, en una bandeja, era muy similar a revelar una foto. Todo eso se realizaba con cálculos precisos para que las letras no se pasen y las imágenes sean claras. Era un trabajo de mucha concentración y muy meticuloso", contó.

Recordó que en la época del '80 "salíamos a las 4 de la mañana, por eso hoy es un paraíso".

Añadió que en el año 1988 llegaron las computadoras a su sección. En 1997 se trabajaba con vegetales y a partir del 2000 llegó la CTP. "Nos capacitamos mucho para utilizar la CTP pero fue una evolución enorme para nuestro trabajo, tanto por la calidad del producto final, como en el tiempo que se gana", señaló.

Consultado sobre cómo se siente pertenecer tantos años a una misma empresa, resumió: "Esta es mi segunda casa, conocí mucha gente buena, hice amigos, compartí todo tipo de experiencias. Pasé muchas risas y enojos, todo parte del quehacer diario".

Incansable

Entre sus recuerdos, están los inicios de la era democrática. "Llegó la época de elecciones, donde el trabajo me llevó a pasar una semana entera en el Diario. La Mañana era la única imprenta grande y nos pidieron que hagamos las boletas de los partidos. Nos turnábamos para dormir y trabajar. Antes llevaba mucho tiempo hacer las páginas para que pasen a la rotativa, era un trabajo agotador, hoy gracias a Dios todo eso quedó atrás, pero no me quejo de nada porque son anécdotas valiosas", expresó.

Su anhelo para el futuro no tiene grandes ambiciones, lo que coincide con su personalidad sencilla y sincera. "Me gustaría jubilarme en la empresa, si bien todavía me faltan 8 años, ese es mi deseo, así éste será mi primer y último trabajo. Estoy muy agradecido, pido a Dios que me siga dando salud, así en estos años continúo compartiendo con las nuevas generaciones que están en la empresa", concluyó.

*Por Valeria Díaz de Vivar -periodista- y Ramón Maldonado -reportero gráfico-.



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