La violencia sexual que ejercen los varones contra las mujeres es el resultado más concreto de la cosificación de la mujer, que se gesta a través de todos los mecanismos posibles (radio, televisión, publicidad, etc) y genera el falso poder masculino sobre los cuerpos. A pesar de que muchas personas piensen que esos mensajes que se emiten no tienen peso, lo cierto es que son parte de una construcción social que nos interpela, nos dirige y nos modela.
Esos mismos mensajes son los que además culpabilizan a la víctima: si estaba vestida de una manera u otra, si lo miró, "si ya estaba en la cama, tenía que hacerlo", si caminaba sola de noche por una calle oscura, etc.
Estas afirmaciones, dichas por periodistas, jueces, políticos, sacerdotes, generan un desvío de atención. Así, se persuade para quitar culpa al victimario y esto se traduce en fallos judiciales vergonzosos.
Un ejemplo que tomó vigencia mundial fue el caso de La Manada, en el que un tribunal de España condenó por abuso y no por violación a cinco hombres que durante la fiesta de San Fermín de 2016 agredieron sexualmente a una joven. Además, en junio de este año se decidió que podían volver a sus casas a la espera de que su condena quede confirmada.
Algo similar ocurrió en Argentina, cuando cinco jugadores de rugby fueron sobreseídos tras abusar de una mujer, porque la Justicia no pudo determinar "si ella estaba inconsciente", a pesar de que manifestó desde el primer momento que no se acuerda de nada.
Entonces, ¿de qué hablamos cuando nos referimos a violencia sexual? La Ley 26.485 (citada en artículos anteriores) la explica como "cualquier acción que implique la vulneración en todas sus formas, con o sin acceso genital, del derecho de la mujer de decidir voluntariamente acerca de su vida sexual o reproductiva a través de amenazas, coerción, uso de la fuerza o intimidación, incluyendo la violación dentro del matrimonio o de otras relaciones vinculares o de parentesco, exista o no convivencia, así como la prostitución forzada, explotación, esclavitud, acoso, abuso sexual y trata de mujeres".
Si tu novio o marido te obliga a tener sexo, es abuso
Dentro de la amplitud del concepto, me interesa destacar una modalidad que genera dudas a la hora de hablar de abuso: la pareja. Basada por lo general en la unión sentimental y sexual de dos personas (en este caso hablaremos de la unión varón-mujer), hace que muchos abusos no sean percibidos por las víctimas. Esto se debe a varios puntos, pero es importante destacar a dos muy recurrentes:
1. Es difícil concebirlo como tal, por la intimidad que existe. "Es mi pareja, ya me vio desnuda muchas veces. También me tocó, nos tocamos": esto pareciera ser una piedra libre para que nuestra pareja nos toque siempre que quiera.
2. "Si no le das lo que quiere, se va con otra": bajo la premisa de que las mujeres venimos a este mundo a satisfacer los deseos de los demás, todas escuchamos alguna vez esta frase que en lugar de hacernos pensar: "Y bueno, que se vaya", nos hizo por lo menos contemplar la idea de tener relaciones sexuales sin querer, sólo para consentirlo.
Denuncias en aumento
El año pasado se reformaron artículos del Código Penal que ayudan a delimitar con más precisión las acciones que comprenden este delito. Así, se toma al "acceso carnal por vía anal, vaginal u oral" o quien "realizare otros actos análogos introduciendo objetos o partes del cuerpo por alguna de las dos primeras vías" como abusos sexuales. Antes, estos aspectos no eran considerados como delitos.
Según datos brindados por el Ministerio Público Fiscal, a lo largo del país las denuncias van en aumento: en 2015, por ejemplo, se registraron 1.110; y en 2016, 1.242. Esto se genera gracias a las campañas de concientización y el acompañamiento de los movimientos de mujeres, que sin lugar a dudas genera confianza y fortaleza en quienes hace unos años atrás no hubieran sido escuchadas.
Aunque la vía legal es la única manera de hacer justicia, no se puede dejar de nombrar aquí que todavía se vivencian casos donde los abusadores están libres por la falta de capacitación en perspectiva de género. Y eso, a esta altura, es grave.
Los abusos sexuales se producen en todos los ámbitos donde las mujeres desarrollan sus vidas, y aunque se establecen muchas luchas hace años para eliminarla y los estados trabajan para desarrollar políticas públicas acordes, da un sabor más que amargo pensar que este sea un tema de lucha.
No debemos olvidar nunca lo descabellado de tener que luchar y exigir que no nos violen, que no nos sometan y que nuestros cuerpos no sean objetos listos para cuando los quieran usar.