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"Mini" Bogarín, con iniciativa y voluntad, supo lograr equilibrio entre el estudio, el trabajo y la vida familiar

Tras 34 años de trabajo ininterrumpido dentro de La Mañana, esta calificada tipeadora y armadora relata cómo se trabajaba en los inicios de este diario, sin computadoras ni Internet



El reto de la conciliación entre la vida laboral y la vida familiar parece irrumpir como un fenómeno nuevo y complejo; sin embargo, se da desde hace muchos años. Editorial La Mañana está formada por decenas de mujeres y hombres que dedicaron infinitas horas al trabajo, pero que aun así lograron el equilibrio necesario para desarrollar su vida personal. Acercándonos al final de nuestro mes aniversario esta semana contaremos fragmentos de la vida de una mujer que, con iniciativa y fuerza de voluntad, trabajó en esta empresa desde muy joven y terminó sus estudios, además de formar una hermosa familia.

Se trata de Fermina "Mini" Bogarín, quien nació el 24 de noviembre de 1964 en Mojón de Fierro. Es hija de Rogelia Gavilán y Samuel Bogarín, ambos paraguayos nacionalizados argentinos. Tiene 10 hermanos. 

Se casó, muy joven, con Edgar Albornoz, oriundo de Ibarreta. Tiene tres hijos: Federico, de 32 años; Facundo, de 31 años; y Sofía, de 19 años. Además, tiene un nieto de 15 años. Sus hijos son su motor y su orgullo.

Realizó sus estudios primarios en la Escuela 290 "Nuestra Señora de Lourdes" y los secundarios en el Colegio Carlos Pellegrini. 

En febrero de 1984, mientras estaba en el último año de la Secundaria, ingresó a trabajar a La Mañana, como tipeadora. "Mi mamá me había enviado a hacer un curso de dactilografía y no pasó mucho hasta que en el diario pedían tipeadoras, así que me presenté, me evaluaron y quedé en la empresa", contó.

Durante ese año estudió y trabajó, sin siquiera imaginar que ese sería el lugar donde trabajaría hasta su jubilación.

"En esa época, éramos seis tipeadoras que recibíamos todos los cables impresos y teníamos que copiarlos en una máquina de escribir automática, grabábamos en una especie de disquete pero más grande y en otra oficina teníamos una caja reveladora. Lo que producíamos lo abrochábamos a la hoja con el cable que copiamos y lo pasábamos a corrección; era un trabajo de muchos pasos", recordó. 

Muchos años después, en la década del 90' llegaron computadoras, donde en vez de tipear, tenían que armar las páginas con un programa llamado Page Maker. "Costó mucho el cambio, era muy nuevo y desconocido para nosotros. Don 'Quique' envió a una de las tipeadoras a capacitarse y luego ella nos enseñó más o menos lo que aprendió. También trajeron un técnico de Buenos Aires para que nos guíe", relató. 

Al principio fue abrumador, pero en poco tiempo se adaptaron al cambio tecnológico.

"Cuando nosotros tipeábamos, la hoja que se revelaba se cortaba en partes, tanto títulos como las notas, párrafo por párrafo. Ahí no había margen de error porque el material podía perder completamente el sentido", explicó.

"Mini" contó que eran muchas horas intensas de trabajo y que el horario de salida generalmente era entre la 1.30 y 2 de la madrugada.
Luego de la llegada de computadoras y de Internet, los cables de las agencias de noticias llegaban de manera digital, y eso puso fin al trabajo fuerte de tipeado de textos.

Familia

Fermina ingresó al diario con 19 y se casó a los 20 años; su primer hijo nació pocos meses después. "Empecé a trabajar en el diario y mi vida personal, en paralelo, se fue armando. Conocí a mi esposo y al poco tiempo nos casamos", resumió. 

Son 34 años de labor dentro de la empresa que le dejaron innumerables anécdotas y recuerdos. Consultada sobre el tema, aseguró que si hay que poner en la balanza, fueron muchos más los buenos que los "no tanto". 

"Siempre tuve muy buenas compañeras; cada una puede tener diferencias o no, pero el respeto siempre está. En este diario conocí grandes personas y el día que me jubile llevaré lo mejor de cada uno", aseguró.

Como cada trabajador de esta empresa, afirmó que la siente como su segunda casa. "Me pasaba más tiempo en el diario que en mi casa, porque antes los suplementos se armaban por la mañana. Entonces mi desafío fue combinar y lograr un equilibrio entre la vida laboral y personal", expresó.

Con tres hijos formados, un nieto camino a la adultez y una vida personal estable, Fermina sólo espera una cosa, pero sin apuro: la jubilación. "Mi deseo es jubilarme en La Mañana; ya cumplí los años de servicio, pero me falta la edad; así que sigo trabajando con gusto hasta que llegue el día. Son muchos años, me siento parte de la empresa y la considero mi segunda casa; así como a sus integrantes, mi segunda familia", finalizó.

* Por M. Valeria Díaz de Vivar (periodista) y Gustavo Aguirre (reportero gráfico).


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