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Violencia económica: la pobreza tiene rostro de mujer

Hablemos de igualdad: por Heliana Guirado, periodista y licenciada en Ciencias de la Comunicación



"El derecho de las mujeres a vivir una vida sin violencia". Este objeto de la Ley 26.485 es una de las bases sobre las que se apoyan las luchas y la militancia del feminismo. En artículos anteriores se habló de los diferentes tipos de violencia, para nombrar a las que además de la física (la más reconocida y muchas veces mal interpretada como la única), atentan contra la integridad física y emocional de las mujeres.

Así la psicológica, simbólica y sexual pudieron ser conceptualizadas y plasmadas en relatos reales, que dan cuenta de la gravedad de su ejercicio y destierran la idea de que sólo un golpe es capaz de generar dolor o que sólo cuando hay marcas es posible creer en la palabra de la mujer.

Hoy se nombrará a la violencia económica, aquella que "se dirige a ocasionar un menoscabo en los recursos económicos o patrimoniales de la mujer". A través de diferentes modalidades, como la "perturbación de la posesión, tenencia o propiedad de sus bienes"; la "pérdida, sustracción, destrucción, retención o distracción indebida de objetos, instrumentos de trabajo, documentos personales, bienes, valores y derechos patrimoniales", entre otras, se produce esta perturbación que genera una sensación de miedo constante. Este miedo se traduce en un cambio de actitudes para evitar la "explosión", la frustración de renunciar al manejo de los ingresos propios, la duda a la hora de reclamar cobrar lo mismo que un compañero varón que realiza iguales tareas (y muchas veces sin tener la formación académica) pero gana más.

Volviendo nuevamente a los estereotipos, es importante explicar que históricamente las mujeres fueron designadas a moverse en un lugar interno (la casa), limpiando, cocinando y cuidando. Este trabajo no es considerado por el sistema capitalista como tal porque no tiene un valor expresado en dinero. Entonces es invisible.

Por el otro lado, este mismo sistema económico aliado del patriarcado, le dio al varón la posibilidad de conocer el mundo, trabajar, realizarse profesionalmente, tomar decisiones sobre lo que se hace o no con el dinero que entra al hogar, ocupar lugares de poder. En definitiva, influir.

Si bien esta situación mejoró con el paso del tiempo, lo cierto es que una de las manifestaciones más crueles de la violencia económica es aquella que convierte a las mujeres en esclavas de su propio entorno, disminuyendo su calidad de vida. Porque ahora (si no son nenas pobres que ya están trabajando limpiando una casa) pueden tener una carrera universitaria y crecer profesionalmente. Sin embargo, trabajarán puertas para adentro más que sus compañeros varones (incluso si ellos están desempleados), porque la sociedad les hace creer que eso debe ser así.

Esto hará que indudablemente tengan menos tiempo para el ocio, para terminar una carrera de grado, de posgrado, viajar, etc. Ordenarán su vida de acuerdo al tiempo del que puedan disponer, el mundo no deberá acomodarse, sino ellas acomodarse al mundo. Entra aquí a jugar un papel fundamental esa red exclusiva de mujeres que muchas veces acompañan a la madre con hijos (madrina, tías, abuelas, amigas), que están ahí dispuestas a tender un brazo para que esa mujer pueda, por ejemplo, asistir a una clase en la facultad.

Y en esta forma de violencia juega un papel fundamental la culpa. Esa creencia tiene tanta fuerza, que no es necesario que ninguna persona lo diga: si te preocupás por vos, si pensás en vos, siempre habrá alguien que te apuntará como "egoísta" y "mala madre".

En este entorno, muchas mujeres también son obligadas a no decidir sobre lo que quieren hacer, y son llevadas violentamente a moverse en ese ambiente interno, porque sus parejas no quieren que trabajen afuera. Si lo hacen, muchas también deben entregar sus claves bancarias, para que otros manejen sus ingresos.

Es difícil ejemplificar aquí todos los mecanismos por los que se violentan a las mujeres económicamente, porque con dolor hay que reconocer que son muchos.

Sin embargo es fundamental ponerle un nombre y hablar de esto en las casas, en las escuelas, en las instituciones gubernamentales. 

Es necesario también y urgente dejar de naturalizar los estereotipos y empezar a ubicar a las mujeres en el lugar de PERSONAS, con autonomía y decisión.

"El derecho de las mujeres a vivir una vida sin violencia": esa es la meta final.

DATOS IMPORTANTES

• Las mujeres y niñas son mayoría en la población marginada económicamente y tienen mayores probabilidades de ser pobres.

• Según datos de la Organización Internacional del Trabajo, las mujeres ganan en promedio un 25% menos que los varones. Los motivos: el machismo y los prejuicios.

• Aunque actualmente ellas superan las tasas de asistencia y graduación universitaria, son las que menos posibilidades tienen de alcanzar puestos jerárquicos.

• Según datos del INDEC brindados este año, el 20% de las denuncias de mujeres son por violencia económica y patrimonial.

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