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8 de Marzo: "Re lindo se va a poner"

Así visualizan el futuro los vecinos de un barrio con casas que se quemaron pero se levantaron de nuevo, con vecinos comprometidos y otros, desentendidos, y donde el amor por los animales supera la conciencia ambiental. La crónica de un barrio que marcha



El 8 de Marzo es un barrio ubicado en el límite Este de la ciudad, entre el 6 de Enero, el camino hacia Mojón de Fierro y el monte formoseño. Es pequeño, relativamente nuevo, pero está en constante crecimiento. 

No hay escuelas, ni comedores, ni centros de jubilados, ni centro de salud, ni nada extraordinario en el barrio. Hay sólo vecinos, una canchita improvisada en un terreno baldío; así, bien de barrio. Hay uno que otro kiosco. Hay carteles afuera de las casas que ofrecen cosas básicas: "Hay pan, carne, gaseosa, vino y cigarrillos", y otros del tipo "Vendo nafta". Hay muchas moscas dando vueltas sobre las calles de tierra; hay viviendas en construcción, otras terminadas aún desocupadas. Hay falta de pavimento, falta de basureros y hay basura que se quema en el monte que rodea al barrio, y avanza. 

Las veredas en el 8 de Marzo son angostas, y ahí nomás está la zanja a cielo abierto. Pero cada tanto, una casita en el medio adorna el cuadro: se trata de "cuchas" realizadas por los alumnos de la EPET 1, para los perros de la calle. Así lo comentó Mirna. Ella, con otra vecina, se encarga de dar de comer a Umberto, uno de los perritos que por la edad, está perdiendo la vista, y al menos otros ocho más, "que viven en la obra".

"Los vecinos hacen al barrio"

"El barrio es tranquilo", describió Mirna Páez para hablar del clima vecinal, de las buenas y malas costumbres, de "lo que tuvimos que hacer" para resolver algunos problemas y de los que la superan. 

"Llegué hace ocho años, antes vivía en el Eva Perón; alquilábamos. Me avisaron que nos salió la vivienda del IPV y que nos teníamos que cambiar porque se estaban metiendo. Cuando llegamos, ya había vecinos; pero era totalmente distinto esto", dijo Mirna sin poder entender a "todos esos que no quisieron vivir acá...'tan lejos', decían". 

"Claro que no había nada, todo era como ahora es en el fondo -palmeras, yuyales, palmeras y más palmeras-. Pero con el tiempo, el lugar creció con los mismos vecinos; los vecinos son los que hacen a un barrio. Y cuando entreguen estas viviendas de enfrente, re lindo se va a poner", expresó. 

Los vecinos cuentan con servicios básicos, aunque la luz llegue "cada vez más cara" y no tengan aún medidor del agua; pero la mayor demanda hoy son las calles y la basura. En cuanto a los caminos, varios vecinos mencionarán que hay semanas en que "no se puede salir", por el estado en que quedan las calles luego de una lluvia. Un grupo reducido armó una nota, juntó firmas, y quedó ahí. Algunos buscan soluciones inmediatas, para permitir el paso de las motos, por ejemplo; otros "se desligan del problema". 

Si bien el 8 de Marzo es un barrio de vecinos solidarios -lo que comprueba la experiencia de los Fernández, la familia que este año perdió su casa en un incendio, y hoy pueden contar la historia-, existe una carencia de "organización vecinal" para los problemas estructurales del barrio: "Tiran la basura en cualquier lado, en el monte, pero el monte está al lado de las casas", comentaron. 

Frente a la Manzana 106 hay un cartel que dice "Prohibido tirar basura", que lo pusieron -contarán los vecinos de esa zona- porque amanecía con montañas de chatarra, e incluso tiraban animales muertos.

"Quiero pagar"

Policarpo Ribero es uno de los que decidieron emprender y apostar al comercio en el barrio, por falta de trabajo. "Vine con mi familia hace seis años, y desde ese entonces tengo un kiosco porque no puedo trabajar más en la estancia donde estaba, por cuestiones de salud. Me va más o menos. No hay plata. Ahora no sobra nada. La gente tiene que pagar demasiado caro el servicio de luz y no alcanzan los salarios", comentó. 

Policarpo dice que su casa es su lugar. Sin embargo, le preocupa que no la puede pagar. Según comentó, hace tres años reclama que no le llega el aviso para pagar la cuota de la casa. "En julio me dijeron que iba a llegar la boleta y no vino. Me dicen que no figura mi nombre en el registro del Instituto de la Vivienda, y sin embargo, yo tengo todos los papeles de mi casa, de cuando me entregaron. Yo quiero pagar", exclamó.

Se le quemó la casa y los vecinos lo ayudaron

En enero, hace nueve meses y un día, se le quemó la casa de los Fernández. Y por un momento, perdieron hasta la esperanza. Hoy, su historia forma parte de la historia de los hechos del barrio. 
 
Ese día, Julio Roberto Fernández estaba trabajando como vendedor ambulante frente a la sucursal del Circuito Cinco del Banco Formosa, cuando le avisaron que su casa se incendiaba. Allí estaban su hija, quien sufrió quemaduras en el rostro y el cabello, y sus dos hijos varones, quienes rescataron a la niña. 

Se había quemado todo: cielorraso, camas, colchones, elementos personales... "Dos dotaciones de bomberos estaban cuando llegué a mi casa, pero se quedaron sin agua y mi casa seguía quemándose hasta que llegó una tercera dotación. Se quemaron todos los cables y la construcción", describió a este diario, en ese entonces. 

Julio y su esposa, Analía, pasaron un mes de angustia y desesperanza, se turnaban para dormir a la noche por el miedo a ser aplastados por el techo. Por fortuna, hoy pueden contar la historia con una sonrisa: la casa está reconstruida por completo.

Julio comentó que recibió mucha ayuda, que el Gobierno provincial le reconstruyó la casa y que los vecinos le donaron camas, colchones, entre otras cosas que se le habían quemado. Por eso, dice: "Estoy eternamente agradecido, soy del barrio, de Formosa y bien gildista".

Actualmente, Julio sigue trabajando frente al Banco. Vende sándwiches de milanesa y junta lo justo para costear los gastos del día: "A veces hace falta azúcar, fideos... Después a la tarde, se necesitan otros 300, y así. Pero la vamos llevando", dijo.

"Somos pobres, pero mientras yo trabaje, vamos a salir a delante. Mi esposa tiene miopía progresiva, entonces se queda en la casa cuidando de los chicos y yo salgo a juntar unos pesos", comentó para rematar: "Me falta una cama ahora, pero voy a laburar y voy a poder comprar".  


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