En una reunión, una mujer enfrenta a su tío porque hizo un comentario machista y toda su familia se molesta y la califica de "pesada" o "intensa".
Feministas hacen vigilia por el aborto le­gal, seguro y gratuito, a pesar del frío y el cansancio. Muchos piensan que "no tienen otra cosa que hacer".

¿Por qué molestan tanto los feminismos? Antes que nada, es importante entender que no existe una sola forma de feminismo, de ahí su expresión en plural. Sin embargo, una definición completa acerca del movimiento es la dada por Diana Maffía, doctora en Filosofía y docente universitaria. Ella dice que es "la aceptación de tres principios: uno descriptivo, que se puede probar estadísticamente y que dice que en todas las sociedades las mujeres están peores que los varones. El segundo principio es prescriptivo. La afirmación prescriptiva dice: no es justo que esto sea así. No es justo que sistemáticamente en todas las sociedades y en todos los grupos las mujeres estén peores que los varones".

Por último, Diana habla de "un enunciado práctico, un enunciado de compromiso, que podríamos expresar diciendo: 'Estoy dispuesto o dispuesta a hacer lo que esté a mi alcance para impedir y evitar que esto sea así'".

En resumen, se ve una situación de desigualdad, se identifica lo injusto de tal cosa y se actúa para cambiar eso. Las feministas entonces no son lo opuesto a los machistas, sino que son quienes luchan por alcanzar los mismos derechos que los varones, que históricamente han gozado de los privilegios que les concedió el sistema heteropatriarcal que contextualiza sus vidas.

La pregunta que guía esta nota es el reflejo de lo que piensa gran parte de la sociedad (dentro de esa parte se encuentran actualmente algunas de las personas que se ubican como enemigas del movimiento, oponiéndose a la implementación de la ESI, del aborto legal, de la inclusión de mujeres en las listas partidarias, etc.), que dicen: "Nos gusta que luchen, pero no desnudas", "Exageran porque los hombres también sufrimos violencia", "Critican todo, ya cansan".

Muchos son los dichos que surgen en los diferentes ámbitos, pero es importante tomar a los tres nombrados anteriormente para analizarlos:

1. El feminismo apunta a que las mujeres hagan con sus cuerpos lo que quieran, y esto implica mostrarlos o no, elegir la forma que tendrán, etc. Ahora, si la sociedad no ve como negativo que Amalia Granata esté desnuda en la revista Playboy (que se vende en cualquier puesto), ¿por qué reacciona tanto cuando ve a militantes desnudarse en la calle?

El reconocido locutor Baby Etchecopar (denunciado en varias oportunidades por sus comentarios misóginos) da una respuesta a esto cuando en una de sus emisiones pregunta: "¿Vos les viste las caras, la mugre, los pelos abajo del brazo, los callos en las patas? Milagro Sala al lado de esas es Bo Derek" (haciendo alusión a la exmodelo estadounidense cuyo físico encaja perfectamente en el modelo estereotipado).

Entonces, las mujeres desnudas molestan cuando no son mostradas como objetos cosificados, y si encima la imagen que se ve no encaja dentro de los estereotipos de belleza, el rechazo es aún mayor. 

2. La idea de que la violencia se produce hacia los varones al igual que ocurre con las mujeres es una falacia, fácilmente comprobable con estadísticas. En Argentina, una mujer es asesinada cada 32 horas por el simple hecho de ser mujer, según lo expresa el último informe de la Casa del Encuentro. Esto significa que la violencia que se ejerce hacia ellas tiene un entramado social y cultural, producto de una relación desigual de poder que se ve potenciada por cada rama institucional, gubernamental, privada y económica que rige sus vidas. Su origen y tratamiento no son de ningún modo comparables a la violencia que sufren los varones.

3. La tercera frase genera una incomodidad inmensa con la que deben luchar las mujeres para no callarse más ante dichos o hechos machistas. Ser feminista no es un lecho de rosas, no es acostarse en una "nube de algodones". Al contrario, implica darse cuenta de que fuiste o estás siendo violentada, que los dichos de tus amigos no son inocentes y que tu jefe no te da las mismas oportunidades que a tu compañero varón, por tu género. Implica también cortar vínculos y reencontrarte en otros lugares, si es que lo creés necesario. Es un proceso doloroso de liberación.

Tras años de sometimiento y restricción, las mujeres salen a las calles a gritar contra la violencia y la falta de igualdad en materia de derechos, como lo hicieron sus sucesoras hace muchos años, cuando abogaban por el voto femenino o la inclusión en las universidades. Gritan contra la hegemonía que conduce las estructuras y define lo que es "válido" o no, siempre en detrimento de los grupos oprimidos.

Ya no se resignan a refugiarse en el interior de sus hogares y mirar al mundo pasar detrás de la ventana. Prefieren llevar a sus hijos, sobrinos, madres, amigas a las marchas. 

En un país que se muestra adormecido ante los asesinatos de mujeres, pero reacciona con énfasis ante las diferentes formas de expresión que eligen las feministas, donde el Gobierno nacional decide invertir el mezquino presupuesto de $ 11 por mujer para luchar contra la violencia, donde los jueces excavan en la vida privada de una víctima de femicidio para encontrar maneras de justificar lo injustificable, donde las calles y las casas son lugares de peligro; en un país que todavía les exige continuar con un embarazo en contra de su voluntad, ellas eligen buscar su libertad y hermanarse.
A pesar de que aún existen esas restricciones (que ahora son implícitas), ellas son sororas sin miedo.