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Recorrido histórico del feminismo: las sufragistas

Hablemos de igualdad: por Heliana Guirado, periodista y licenciada en Ciencias de la Comunicación



Mucho se habla hoy del feminismo (dicho en singular, aunque lo más apropiado sería hablar en plural), como un movimiento entendido por muchas personas y completamente desconocido por otras. En el medio, insultos, rechazo y confusión teórica marcan el camino de una ola que no para de crecer.

¿Cómo nace? ¿Qué reclamaron las mujeres a lo largo de la historia? ¿Por qué el movimiento debe incluir a la comunidad LGTB? Siempre se apuesta a brindar teoría y práctica para comprender el contexto y tomar decisiones. Por eso, en este segundo artículo (basado en el material de Bonnie Anderson y Judith Zinsser, "Historia del Feminismo: una historia propia") se continuará con este recorrido histórico.

La lucha por los derechos civiles y políticos

En un plano de marcada desigualdad política, las mujeres europeas comenzaron a reclamar regularidad en materia de derechos y oportunidades.
En 1788 las francesas hacían diferentes pedidos al gobierno, gracias a las características liberadoras de la Revolución Francesa. Sin embargo, ese mismo camino de luz se oscureció cuando en 1793 se les prohibió la actividad política. En este contexto, Olympe de Gouges, quien escribió "La declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana", murió en la guillotina.

A fines del siglo XVIII y principios del XIX luchaban por sus derechos en solitario, alejadas de su entorno y sin tener el respaldo de ningún movimiento político. Esta situación cambiará con la unión al liberalismo, que expandió al feminismo en Europa.

Las principales razones de esta alianza fueron la facilidad que encontraron las mujeres para organizarse y los puntos de coincidencia entre ambos movimientos: tal como lo planteaba Mary Wollstonecraft (personaje del que se habla en el artículo anterior), la educación tenía el poder de romper con viejas estructuras.

En este contexto, la Iglesia católica se oponía a los cambios que proponía el liberalismo, entre los que se encontraban el nacionalismo, una mejor educación y la extensión de los derechos políticos. El principal punto de oposición (que generaba más hostilidad al ambiente) era la liberación de las mujeres, para quienes la institución continuaba reservando los tradicionales lugares de esposas, madres o monjas.

Sufragio femenino: el movimiento inglés

El liberalismo les había dado una importante ayuda para crecer, pero también había generado muchas dudas: ¿Era posible luchar por el derecho al voto, en un momento en el que ni siquiera todos los hombres lo tenían? ¿O debían primero acompañarlos en su conquista?

Quienes no dudaron y sirvieron de ejemplo de valentía y decisión para las demás fueron las inglesas, primeras en exigir el voto, cuando la única palabra entre los requisitos para poder ejercer el derecho era: varón.

Harriet Taylor Mill era una feminista cuyos escritos son importantes para la época, entre ellos "La subordinación de las mujeres", porque con más fuerza que sus predecesoras rechazaba las tradiciones políticas y jurídicas. De hecho su marido, el filósofo John Stuart Mill reconoció que ella fue clave para que él pudiera elaborar sus ideas sobre las mujeres.

Harriet pedía el sufragio y comparaba a las mujeres con esclavos y a los hombres con dueños de esclavos. La opresión para ella era solucionable con educación, ley y política. 

A principios del siglo XX, las mujeres ya podían formar parte de consejos municipales, de juntas directivas de colegios, ser inspectoras de fábricas y alcaldesas. Además, podían votar en elecciones municipales y de condado si tenían la propiedad requerida. 

Sin embargo, un estancamiento político hizo que todavía no pudieran lograr votar en elecciones nacionales. Pero la lucha debía continuar.

Tras etapas de división y estancamiento, el movimiento inglés por los derechos de las mujeres se rebautizó bajo el nombre de Unión Nacional de Sociedades por el Voto de las Mujeres y las compañeras de la clase obrera se unieron a las de clase media que ya estaban trabajando.

Así, 300 feministas de diferentes espacios académicos y laborales se reunieron con el primer ministro en 1906 para reclamar el derecho al voto. El les aconsejó que sean pacientes. 
 
Lo cierto era que la paciencia ya estaba perdida, la frustración era grande y el despertar inevitable. Fue así que el grupo comenzó a optar por tácticas más radicales: a través de una nueva división en dos con sus respectivas líderes, se presionaba a los políticos a través de revistas, se convocaba a manifestaciones con mensajes escritos en pancartas, se organizaban huelgas de hambre y otras estrategias consideradas para la época como "menos femeninas".

Entre 1913 y 1914 más de mil sufragistas ya habían ingresado a la cárcel por defender sus ideas.

En 1918 (aunque parcial) la conquista llegó cuando las inglesas mayores de 30 años consiguieron el voto. Las que tenían entre 21 (edad en la que los hombres ya podían votar) y 30 eran consideradas "frívolas" y tuvieron que esperar diez años más para hacerlo.

En 1919 se suprime la ley de Descalificación Sexual y se permite a las mujeres ser abogadas, juezas, miembros de jurados y del Parlamento.

En 1923 se iguala para los dos sexos las causas para obtener el divorcio y en 1925 ellas obtuvieron el mismo derecho que los varones a la custodia de sus hijas e hijos.

Tras 50 años de lucha incansable, las mujeres habían conquistado un nuevo derecho. La historia muestra con claridad cómo todo se consiguió con esfuerzo, porque el sistema europeo (y por ende, todos los demás) no las consideraban personas dignas de libertades, sino más bien piezas de ajedrez a quienes se podía mover de lugar, decidir qué querían y qué merecían.

El derecho al voto fue un logro importantísimo en la historia del movimiento feminista. Sin embargo, también sacaba a la luz nuevos límites y barreras, que las llevarían a trabajar por nuevas reivindicaciones a lo largo del continente europeo.

¿Cómo nace? ¿Qué reclamaron las mujeres a lo largo de la historia? ¿Por qué el movimiento debe incluir a la comunidad LGTB?

El derecho al voto fue un logro importantísimo en la historia del movimiento feminista. Sin embargo, también sacaba a la luz nuevos límites y barreras, que las llevarían a trabajar por nuevas reivindicaciones a lo largo del continente europeo.


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