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Huawei abre un nuevo capítulo en la Pugna EEUU-China por el Dominio tecnológico



Las medidas decretadas el miércoles por el gobierno de Estados Unidos contra la empresa china Huawei suponen más que una escalada en la "guerra comercial" un nuevo capítulo en la pulseada entre Washington y Beijing por el dominio de tecnologías de punta que prometen incidir en la pulseada geopolítica entre ambas potencias.

El gobierno estadounidense concretó una amenaza con la que venía amagando hacía tiempo: prohibir a las empresas locales el uso de equipos de telecomunicaciones fabricados por compañías que supongan un "riesgo inaceptable" para la seguridad nacional.

Junto con la orden firmada por el presidente Donald Trump, que no identificó empresas ni países, el Departamento de Comercio se encargó de que el golpe a Huawei fuera doble al incluir a la compañía -y a 70 subsidiarias- en la llamada "Lista de entidades", una medida que le prohíbe comprar componentes fabricados en EEUU sin previa aprobación gubernamental.

Producida en plena escalada de la llamada "guerra comercial" entre EEUU y China, la decisión busca atacar de forma directa la cadena de producción de Huawei, que en cuanto a la compra de componentes para sus equipos, en 2018 invirtió 1,1 de cada 7 dólares en chips fabricados por empresas estadounidenses como Qualcomm, Intel y Micron.

Por eso, la decisión de la Casa Blanca tiene nombre y apellido: Huawei Technologies Co, la principal fabricante mundial de equipos de telecomunicaciones -y tercera productora global de smartphones-, que juega un papel fundamental en el desarrollo de las redes de 5G.

Bajo el nombre de 5G se designa a una variedad de tecnologías de red destinadas a trabajar conjuntamente para conectarlo todo a través del aire, desde coches autónomos hasta electrodomésticos, con anchos de banda de hasta 20 gigas por segundo.
Además de esta velocidad 100 veces más rápida que la del 4G, la red permitirá que más dispositivos -hogareños, militares o industriales- se conecten en simultáneo y consuman más ancho de banda.

Los problemas de esta "campeona nacional" -como se denominan a las grandes tecnológicas chinas con capacidad para pelear el dominio mundial en su sector- con EEUU comenzaron en 2012, cuando un informe del Congreso advirtió que sus equipos podrían usarse para espiar a los estadounidenses o desestabilizar sus redes de telecomunicaciones.

Un pacto de 2015 entre el ex presidente Barack Obama y su par chino, Xi Jinping, logró un impasse que terminó con la llegada de Trump y tuvo un punto álgido en diciembre pasado, cuando Canadá detuvo -a pedido de EEUU- a Meng Wanzhou, directora financiera de la compañía e hija del fundador.

Desde entonces, EEUU viene desplegando una intensa campaña de presión entre sus principales aliados para que veten la participación de Huawei en el tendido de sus redes de 5G, con el argumento de que sus equipos pueden ser un vehículo de espionaje del gobierno chino.

Esa campaña está impregnada de una preocupación norteamericana por el control chino del 5G y el temor de que las empresas del país asiático no solo puedan interceptar y desviar mensajes sino, por ejemplo, cerrar las redes ante cualquier conflicto y afectar así infraestructura crítica como gasoductos, redes eléctricas o de telefonía celular.

Pero a excepción de Australia, el intento norteamericano -carente de pruebas que sustenten sus temores- no tiene apoyo en los países desarrollados, que por estos meses encaran la puesta a punto de sus redes de 5G.

Las grandes telcos de Alemania o Reino Unido, por ejemplo, dependen en gran medida de los equipos de Huawei -más económicos que los de sus principales competidores, Nokia y Ericsson-, y quitarlos de sus redes no solo supondría un gasto extra de miles de millones de dólares sino la postergación de la construcción de las redes.
"En 5G Huawei es líder sin paralelo", destacó la empresa hoy, y los números le dan la razón: en 2018 sus beneficios aumentaron un 25%, y en los primeros tres meses de 2019 facturó un 39% más que en el mismo período del año anterior.
Con presencia en 170 países, la firma tiene en EEUU una pata relativamente pequeña de su negocio, por lo que asegura que la prohibición no afectará sus cuentas.
Fuentes del sector calculan que incluso prohibida en EEUU, la empresa controlará entre el 40 y el 60% de las redes en todo el mundo, con fuertes lazos comerciales en Europa, África, partes de Asia y Latinoamérica.
Algunos analistas comparan la carrera armamentística de la Guerra Fría con la situación actual, con EEUU preocupado por el dominio inminente de China en un sector que escapa de su control.

Fuente: Télam
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