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Bajar las cargas financieras y reactivar la "economía real", algunos de los caminos para salir de la crisis

Tras un año del inicio de la inestabilidad cambiaria, la socióloga Eugenia Aruguete (UBA) evaluó que las causas de la situación actual deben buscarse en varios desequilibrios de la economía argentina



En una entrevista exclusiva con La Mañana, Eugenia Aruguete, licenciada en Sociología, Magíster en Historia Económica y docente de la Universidad de Buenos Aires (UBA), consideró que la crisis cambiaria que atraviesa hoy la Argentina expresa "la creciente fragilidad económica y financiera que enfrenta nuestro país". A su vez, propuso modificar las políticas de endeudamiento externo, bajar las cargas financieras y reactivar la "economía real" como vías para poder salir de la recesión económica. "De no producirse una rápida reactivación de la economía, los indicadores de empleo, ingresos y distribución amenazan con deteriorarse", advirtió.

"Existe un consenso bastante generalizado respecto a que la Argentina debe reordenar el escenario cambiario y financiero. Recuperar estabilidad y certidumbre son condiciones necesarias, aunque no suficientes, para la puesta en marcha de un proceso de reactivación y mejora en los indicadores de empleo, ingresos y distribución", explicó Aruguete a este diario.

En principio, señaló la urgencia de "recomponer el frente externo", para lo cual recomendó "avanzar hacia un esquema de financiamiento sostenible con mejoras reales en la deuda en términos de plazos, tasas de interés y moneda de emisión de los títulos", acotando el peso de la deuda en dólares. "Sin una mejora en este plano, será muy difícil cumplir los compromisos financieros externos con el FMI y con los acreedores privados", acotó.

En segundo orden, la socióloga pidió "apuntalar la creación de fuentes genuinas de dólares", lo que implica "mejorar el perfil exportador de nuestro país, orientándolo hacia uno más dinámico y diversificado", y especificó: "Asegurar condiciones de competitividad incluye hallar un target de tipo de cambio real, pero no se agota allí: es preciso avanzar en un objetivo de competitividad sistémica".

En tercer lugar, la investigadora solicitó garantizar una mayor estabilidad cambiaria y financiera y alejar las chances de una nueva crisis externa, atenuando las fuentes de volatilidad. "Un punto fundamental es lograr mayor volumen y estabilidad en el mercado de dólares, tanto en lo que refiere a la oferta como a la demanda de moneda extranjera", remarcó.

Finalmente, Aruguete subrayó la importancia de "motorizar la economía real y asegurar la reactivación, imprescindibles en estos tiempos", y comentó que esta tarea "debe contemplar una disminución de las cargas financieras que hoy enfrentan los sectores productivos y dinamizar el consumo interno, que se ha deteriorado en los últimos tiempos".

"Para este último objetivo, es necesario garantizar la creación de empleo de calidad y recomponer los ingresos de la población, especialmente en el caso de los trabajadores y los sectores sociales más vulnerables. Sin avances significativos en este sentido, no será posible reubicar a la Argentina en un sendero de desarrollo, con crecimiento económico e inclusión social", manifestó Eugenia Aruguete.

Origen de la suba del dólar

Eugenia Aruguete dijo que a lo largo de 2018 y en lo que va de 2019, el mercado experimentó un exceso en la demanda de dólares que presionó al alza su precio y generó inestabilidad, no sólo en el valor de la moneda, sino también sobre otras variables financieras y en la economía en general.
Para la experta, las causas de esta crisis deben buscarse en "los desequilibrios externos de nuestra economía", que son de carácter estructural e histórico, pero cuyos fundamentos se agudizaron en los últimos tiempos.


"¿De dónde provinieron esos desequilibrios que generaron inestabilidad, un salto en el valor del dólar y, posteriormente, un cimbronazo financiero? Básicamente, los desequilibrios externos tuvieron un origen real y otro financiero. Del lado real, el que se manifestó en un abultado déficit de cuenta corriente. El aumento en las importaciones de bienes de consumo e inversión, así como por servicios turísticos por viajes de argentinos al exterior, elevó el déficit comercial que, sin ser un fenómeno novedoso, alcanzó niveles significativos", declaró.

"A ello se sumaron los intereses devengados por las deudas contraídas en el exterior, que crecieron en el último período. Juntos, el mayor déficit comercial y los intereses, ubicaron el déficit de cuenta corriente en el 5,4% del producto en 2018, un nivel elevado. Buena parte de ese déficit se tradujo en una demanda de dólares en el mercado cambiario", agregó.

"Del lado financiero, el desequilibrio fue resultado del aumento acelerado en la demanda de dólares para ahorro. Este componente, popularmente conocido como fuga de capitales debido a que sustrae recursos de la economía, tiene una enorme relevancia para la macroeconomía argentina: el dólar funciona como una cobertura ante posibles devaluaciones y su demanda se acelera en contextos de incertidumbre al tiempo que contribuye a agudizarlos. En 2018, la demanda de dólares para ahorro también alcanzó niveles altos y se estima que, con la incertidumbre electoral de este 2019, salte aún más arriba", puntualizó la especialista.

"Mientras tanto, una serie de episodios externos -en particular, la suba de tasas de interés de la Reserva Federal en 2018 y la guerra comercial entre Estados Unidos y China- elevaron la percepción de riesgo de los inversores hacia los países emergentes y, en particular, hacia la Argentina. El aumento en la 'desconfianza' alentó la salida de capitales de nuestro país, presionando nuevamente sobre el precio del dólar y alimentando aún más la incertidumbre", relató.

A continuación, la profesora indicó que en ese marco se inició la "corrida" cambiaria en abril de 2018, que continuó, con intermitencias, hasta el día de hoy. El deterioro en las expectativas por las turbulencias cambiarias se transmitió rápidamente a variables financieras de enorme relevancia, como el Riesgo País -que supera hoy los 900 puntos, más del doble de su valor de abril de 2018-, y el precio de los bonos y las acciones, que asumió un sendero bajista desde entonces.

Deterioro de las condiciones económicas


La socióloga Eugenia Aruguete aseguró que lo sucedido desde el inicio de la crisis hasta hoy tiene que ver con el deterioro en las condiciones económicas mencionadas anteriormente y con las dificultades que encontraron las autoridades de nuestro país para neutralizar las turbulencias macro-financieras y reencauzar las variables de la economía.

En este sentido, la educadora recordó que para atender la inestabilidad cambiaria y financiera, Argentina adoptó dos grandes estrategias: solicitar asistencia financiera al Fondo Monetario Internacional (FMI) y redefinir el régimen monetario.

En virtud del acuerdo con el organismo internacional, nuestro país accedió a financiamiento por cerca de 60 mil millones de dólares, desembolsables en tramos. Este financiamiento tuvo como objetivos garantizar el cumplimiento del Programa Financiero (asegurar que el Tesoro pague sus compromisos de deuda con acreedores privados e institucionales) y dar volumen a las reservas internacionales para dotar de poder de fuego al Banco Central y despejar la incertidumbre.

"Ahora bien, el apoyo externo estuvo sujeto a una serie de recomendaciones de política y al monitoreo, de parte del organismo internacional, de las principales variables de la economía. Por esta vía, los términos del acuerdo acotaron los márgenes de maniobra de las autoridades de nuestro país, sobre todo en materia de intervención cambiaria", planteó la investigadora.

"En el último año, el Central ensayó distintos regímenes monetarios, pero sin alcanzar la esperada estabilidad. Transitó de un régimen de metas de inflación a otro de agregados monetarios, aplicó un esquema de bandas de flotación y luego lo flexibilizó, en un nuevo marco que permitió la intervención discrecional en el mercado de divisas", expuso.

"Para morigerar las expectativas de inflación y, fundamentalmente, desalentar la dolarización de carteras -esto es, para desanimar la demanda de dólares para ahorro y cobertura- convalidó tasas de interés cada vez más altas. Sin embargo, la estabilidad macroeconómica no se logró y los instrumentos usados para alcanzarla, como el aumento de tasas, tuvieron efectos contractivos en la economía", expresó Aruguete.

Las consecuencias


En otro orden, la profesional afirmó que en los últimos tiempos la crisis cambiaria afectó a las variables macro-financieras, y detalló: "La inestabilidad se incrementó y la moneda se depreció rápida y pronunciadamente; el Riesgo País se duplicó -llegó a coquetear con los 1.000 puntos- y aún no recuperó niveles 'normales'; el precio de los títulos públicos y del índice Merval -que sigue la evolución de las acciones de las principales compañías argentinas que cotizan en Bolsa- cayeron significativamente".

También, la socióloga mencionó que la crisis conspiró contra los objetivos antiinflacionarios del Gobierno. "Con datos a abril, en el último año la inflación se aceleró y se ubicó en un 55,8% anual, mientras las expectativas para 2019 alcanzan el 40% según el Relevamiento de Expectativas de Mercado que realiza el BCRA. Inestabilidad cambiaria e inflación se retroalimentan negativamente", recalcó.

"Por su parte, el combo de inestabilidad macro, apretón monetario y altas tasas de interés resintió la demanda doméstica y la actividad. El acuse de recibo fue pronunciado en la economía real: el parate en la actividad sumó 10 meses consecutivos de caídas interanuales, según el último informe del Estimador Mensual de la Actividad Económica del INDEC", alertó.


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