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La razón de estar contigo




- “Hija, ¿qué quieres ser cuando seas grande?”.
- “Ser niña, madre”.

Es muy posible que la respuesta de la niña haya sorprendido a la madre, y de igual manera a nosotros como lectores.
El aula debe constituirse en un lugar de asombros. Las capacidades cognitivas y emocionales deberían ser trabajadas desde esta capacidad de asombro.
En la obra “Confesiones de una colegiala”, la alumna adolescente reflexiona acerca de la vida a partir de los conocimientos que adquiere en los diferentes espacios curriculares: Matemáticas, Lengua, Biología, Historia, entre otros. Es Laura quien asombra a sus compañeras y profesoras con sus intervenciones, logrando así cautivar a la clase.
Ahora bien, me parece oportuno manifestar que este sorprender al otro tiene su anclaje en la poesía, el docente como poeta y filósofo del currículo. Poeta porque diseña las propuestas creativamente y filósofo porque a partir del asombro genera curiosidad y la curiosidad, por ende, despierta un hacer mayéutico, lo que implica un aula interactiva.
Considero que los conocimientos deben enseñarse como vivencia, pero hablo de una vivencia no sólo existencial sino también filosófica. Cuando se ofrece el conocimiento como información, ese conocimiento se adquiere, pero si el conocimiento se enseña con una actitud filosófica y artística, entonces el saber se aprende.

- “Hija, ¿qué quieres ser cuando seas grande?”.
- “Ser niña, madre”.

La educación es cultivar el asombro para continuar la niñez hasta nuestro penúltimo día.
Menciono la infancia porque siempre hay algo de ella en la adolescencia, en la adultez y en la senectud; pero no existe nada senil ni adolescente ni adulto en la infancia. Es en la niñez donde el descubrimiento del conocimiento es maravilloso, maravilloso por el asombro que nos despierta.
En mis charlas sobre poesía, siempre sostengo que el primer amor del escritor es el lenguaje. Es más, para transitar cualquier género discursivo se necesita estar ena-morado de la lengua que aprendimos a hablar. Pero el amor también es un proceso, y este amor, esta pasión por lo que nos hace seres humanos se despierta a partir de la reflexión acerca de nuestro idioma y el contacto con la poesía. Sólo la poesía nos permite ver la vida como si la viéramos por primera vez.

- “Hija, ¿qué quieres ser cuando seas grande?”.
- “Ser niña, madre”.

Ejercer la curiosidad para vivir una aventura pedagógica: la pedagogía del asombro.
Cito un haiku, poema breve japonés:

Este camino
ya nadie lo recorre.
Salvo el crepúsculo.

¿Qué quieres ser tú?, ¿el camino o el crepúsculo? ¿Cuál eres tú? El asombro es poesía, la poesía convierte el aula en un lugar de introspección. La poesía es ese camino que recorre el crepúsculo.
Toda clase de ciencia está atravesada por la poesía; es más, cualquier espacio curricular debe ser introducido por la poesía. Ejemplo: clase de Biología. “Hoy vamos a hablar del corazón, concepto, descripción, estructura”. Introduzcamos el tema con un poema de Antonio Machado, poeta español:

En el corazón tenía
la espina de una pasión,
logré arrancármela un día,
ya no siento el corazón.

Formulemos esta pregunta a nuestros alumnos: ¿Por qué le manifestamos al ser amado “mi corazón es tuyo” y no “mi hígado es tuyo” o “mi páncreas es tuyo”?
El conocimiento debe cautivarnos, esto se logra a través de una didáctica poética.
Hay lecciones que no pueden ser enseñadas, sólo vividas: la poesía. La poesía es un trayecto hacia el otro, porque el otro siempre es uno mismo.
Un profesor de Letras es incapaz de ofrecer la poesía como vivencia, salvo que sea poeta. Si no lo es, “enseña” en las aulas la poesía como género literario y no como forma de pensamiento.
Recuerdo que mi primer amor fue Eugenia Grandet, de Honorato de Balzac. Me enamoré tanto, que para olvidarla debí seguir leyendo. Entonces conocí a La Maga de “Rayuela”, de Julio Cortázar, a María, de “El túnel”, de Ernesto Sábato, a Dulcinea del Toboso, de “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha”, de Miguel de Cervantes… Así me convertí en lector. De ese modo deben ser lectores los alumnos. No solamente hay que leer poesía en las aulas, sino también lograr que la poesía nos lea a nosotros.
La poesía es un camino que ya nadie recorre, seamos el crepúsculo.
Leer y escuchar poesía en las aulas para fortalecer la mentalidad de la mujer frente a la postura de algunos hombres.
Leer y escuchar poesía para revelarles a los hombres que si la mujer es su musa inspiradora, entonces que ocupe el lugar que les corresponde a las musas.
La poesía salva, y esa es la razón de estar contigo.


Rodolfo Alejandro Borgonovo



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