Por Héctor Washington
El mundo de la publicidad experimentó un avance vertiginoso a lo largo del siglo pasado, lo que se vio incrementado en el presente con el desarrollo de las telecomunicaciones y las redes sociales, que posibilitan la viralización de información a velocidades impensadas.
Las intervenciones públicas para promocionar determinados productos han sido también objeto de estudio de especialistas y con el tiempo configuraron estrategias de promoción como el street marketing, el ambient marketing o el marketing de guerrilla.
En el mundo del arte y la cultura, este tipo de estrategias juega un rol muy importante a la hora de promocionar alguna actividad o producto. Así lo entendió la compañía “Boa Mistura” cuando en 2014 invadió las calles de Madrid y Barcelona pintando frases como “Te comería a versos” o “Mi más sentido bésame”, todo para fomentar la cultura y promover “un acto de amor de artistas y poetas para humanizar nuestras ciudades”. Así también, una audaz Uma Thurman da un giro de katana desde un cartel publicitario y vierte un chorro de sangre en plena calle, veredas, autos y edificios de Nueva Zelanda promocionando la multinominada “Kill Bill”, de la que fue protagonista.
Un poco más atrás, en 1932, Oliverio Girondo, provocador como su poesía, sacaba a pasear por las calles de Buenos Aires una escultura de casi tres metros que daba cuenta de la reciente edición de su libro “Espantapájaros”. Una enorme estructura en papel maché de un caballero con traje, capa, galera, guante y monóculo en mano recorrió la ciudad sobre una carroza fúnebre durante 15 días, mientras jóvenes y bellas mujeres vendían los ejemplares a los transeúntes en plena calle Florida.
“Rito satánico en el cementerio del barrio Don Bosco”, titulaba un medio digital formoseño la noche del sábado, cuando tres brujas tenebrosamente ataviadas se paseaban por distintos puntos de la ciudad en actitud misteriosa y por momentos arrojando carcajadas amenazantes a los transeúntes incautos, que observaban y registraban atónitos la impunidad con que en plena avenida, aquellas damas del mal ponían en práctica sus oscuros rituales.
Las brujas recorrieron un gran trayecto de la avenida 25 de Mayo, desde el cementerio Virgen del Carmen al Mástil Municipal, y las redes sociales fueron el caldo de cultivo inmediato para canalizar semejante acontecimiento en plena ciudad. Tamaña provocación generó sorpresa, terror, molestia… todo sentimiento de extrañeza por parte de los formoseños, que despertaban expectación con fotografías, videos y comentarios que afloraron por doquier: “… esos son espíritus malignos que quieren el alma tuya y de tu familia. Busca de Dios, Él te quiere salvar”, esgrimía una usuaria de Facebook; “están profanando con todo los cementerios… hagamos cruzadas de oración” o “están haciendo macumba”, lanzaban otros.
La estrategia había surtido efecto: difundir con enorme resonancia la puesta teatral de “El fortín de los caranchos”, cuyo estreno presencial tendrá lugar en el Teatro de la Ciudad el 25 y 26 de septiembre a las 20.30 horas, con un aforo reducido a un 70% y cuyas entradas continúan a la venta.
La obra, con adaptación por cuenta de los dramaturgos Carlos Leyes y Pablo Bontá, goza de un gran momento a nivel de reconocimiento y difusión luego de su estreno vía streaming en julio pasado y de su participación internacional en los festivales de San Juan de Pasto - Nariño (Colombia) y el Círculo Escénico de Caracas (Venezuela). Con dirección a cargo de Martín Iza y la participación de un destacado elenco local, se aguarda una numerosa concurrencia por parte del público formoseño, luego de tantas restricciones a los espectáculos en espacios cerrados debido al contexto de pandemia.
Las actrices Aranza Puyó, Laura Borrini y Mariana Ríos, por su parte, le pusieron el cuerpo a la mecánica de difusión de este estreno presencial, recurriendo a la provocación en masa -el ABC del hecho artístico-; la comunidad formoseña, con el correr de las horas, comprendió que no era más que una “polémica estrategia de marketing”, aunque por las dudas, siguió observando de lejos, porque… que las hay, las hay.