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GUSTAVO BERTUOL

El resto es esperar



* Por Héctor Washington

"Estar en la cuerda floja es vivir; el resto es esperar". Entre antiácidos, anfetaminas, amantes por doquier, sus obsesiones artísticas y sus largas conversaciones con la muerte, la vida de Joe Gideon pende siempre de un hilo de sombra. Pero detenerse supone una caída inmediata, estrepitosa. Más vale morir en movimiento.

Bob Fosse dirige en 1979 el musical “All that jazz”, una suerte de cinta autorreferencial -y una profecía cumplida ocho años más tarde- que le valió en su momento la aclamación de la crítica y el público ferviente, así como también el reconocimiento a través de los años por su apuesta de cuerpos semidesnudos en escena y sus guiños LGBT, no demasiado habituales en el cine de la época. Las referencias al film se sucedieron de forma permanente con el tiempo. “Take off with us” y “Aerotica” tomaron así una importancia ineludible en el mundo de la danza y el musical cinematográfico, convirtiéndolo en uno de los más recordados coreógrafos y directores de Hollywood.

Una de esas resignificaciones es la que viene trabajando Gustavo Bertuol, que desde su vasta experiencia como actor, bailarín y coreógrafo, visitó Formosa hace unos días y brindó una entrevista con Cronopio, donde dio detalles de este proyecto que lleva adelante con las alumnas del estudio de danzas de Marisa Beck, con quien mantiene un fuerte vínculo laboral y humano que se hace cada vez más fuerte con los años. Además, reveló las problemáticas acerca del duro trabajo que implica la docencia en la danza y la importancia que adquiere la disciplina en la actividad de sus alumnos y alumnas.

Bertuol dicta habitualmente cursos de perfeccionamiento para bailarines y coreógrafos sobre diseño y composición coreográfica, comedia musical y jazz en numerosas provincias argentinas. Su actividad docente lo trajo esta vez a su tierra natal, donde dictó un workshop intensivo para bailarinas del estudio de Marisa Beck, en la calle Yrigoyen: “Hacía como tres años que no venía a Formosa por el tema de la pandemia. Vine a hacer un montaje. En realidad, fue un seminario pero implicó un montaje de una suite de coreografías de jazz con las alumnas de Marisa; tres coreografías de jazz que después serán presentadas en el Teatro en agosto, si Dios quiere. Estuvimos haciendo una producción porque traje sombreros de Buenos Aires, guantes… muchas cosas que vamos a utilizar. Son 30 chicas las que están en la producción, así que es un trabajo muy especial porque había muy diferentes edades en las tres coreografías. Hicimos un trabajo con nenas muy chiquitas, muchas de ellas ni me conocían. Estamos muy felices porque fue un laburazo. Fueron 4 días, de 5 horas… más de 25 de horas de trabajo, de montaje. Yo le digo workshop coreográfico, porque después al final, se les muestra el trabajo a los padres en ropa de ensayo y con los elementos. Pero además los chicos tienen el reto de aprender con ensayos muy intensivos y mostrarlos a sus padres, al público…”, precisó.

Acerca del gran vínculo profesional con el estudio de Marisa Beck en Formosa, abundó: “Con Marisa nos conocemos mucho, así que trabajamos muy bien en ese aspecto. Marisa es una mina que apuesta fuerte, porque no es fácil ahora hacer el movimiento traer gente, el precio, los pasajes… todo cuesta mucho dinero”, y recordó: “Con ella nos conocimos hace unos diez años, por esas casualidades: Yo un día pasé por su estudio, que estaba a la vuelta de la casa de mi mamá. Yo conocía a casi todo el medio de la danza acá. Obviamente que sabía quién era ella, pero no nos conocíamos. Y un día pasé por el estudio, estaba tomando exámenes ahí un maestro, muy reconocido y muy prestigioso, Alejandro Totto -con quien somos compañeros de jurado en certámenes de Argentina-, y ahí nos conectamos. El estudio de Marisa es con el único que yo he trabajado aquí, porque es el mejor estudio, porque ella es una persona increíble, porque tenemos una relación de trabajo perfecta, porque nos respetamos mucho, porque a pesar del tiempo, las cosas siempre han mejorado. Y en este medio no es fácil, las cosas no siempre mejoran; en la progresión del tiempo, a veces empeoran”, resaltó, destacando la labor de su colega en un contexto muy difícil para la actividad artística: “Ella tiene el mismo nivel de obsesión que tengo yo, es tan puntual como yo, es prolija como lo soy yo, y tiene cosas que yo no tengo; y yo, cosas que ella no tiene. Entonces eso hace que sea muy fácil trabajar. El trabajo de Marisa es un apostolado”.

Ahondando en las dificultades que implica desarrollar la actividad dancística en un medio como Formosa, puntualizó la necesidad de “trabajar la cabeza de la gente”, el hecho de que los padres de los alumnos y alumnas entiendan lo que implica el sentido profesional del bailarín, “porque atrás de todo esto hay un objetivo claro. Más allá de que somos docentes de danza y que somos coreógrafos y que somos artistas, nuestro objetivo es generar en la cabeza de los niños y los adolescentes la disciplina de una profesión. Que se dediquen o no, pero que sí obtengan del trabajo de la danza la mejor parte y no la peor”, sentenció.

Aclaró además que su visita laboral a Formosa implicó un gran trabajo porque se hizo hincapié además en que los bailarines del estudio entiendan que lo que han elegido para su vida “es una carrera; ser bailarín implica una disciplina, constancia, perseverancia y -sobre todo- un trabajo en grupo, a una edad muy corta, muy chica, donde hoy los chicos menos que menos están preparados”, aseguró; y ante la repregunta argumentó convencido que hace 15 ó 20 años atrás, la danza formaba parte de una estructura, pero que ahora se confundió el sentido de profesionalización con el hobby: “Muchas veces, los padres toman a la danza como si fuera ‘la niñera’ y te dejan al nene para no hacerse cargo dos horas. Yo he tenido estudios en Córdoba y tengo un manejo muy directo con los chicos. Y ellos tienen que entender que en realidad, la persona que está adelante es la persona responsable, porque si no, se refugian en la comodidad. Entonces el docente debe lograr que lo respeten, que lo entiendan, que se diviertan, que no tengan miedo, pero que entiendan que tenemos que llegar a tal o cual meta en tal o cual momento”.

En este sentido, se ocupó también de desligar su exposición pública como coreógrafo en el medio televisivo de su actividad como docente formador de muchas generaciones de bailarines profesionales: “Yo he trabajado mucho tiempo en la televisión, pero en realidad mi bagaje artístico o lo que yo tengo para ofrecer viene desde otro lugar, desde la formación de una escuela mucho más estructurada, con un ballet clásico. Soy docente. Insisto mucho en la pedagogía, me enfoco mucho en la enseñanza y -sobre todo- en despertar en estos chicos la curiosidad por la danza”.

Señalando la tergiversación y el malentendido que la imagen del bailarín profesional sufrió con el avance tecnológico y los diferentes soportes digitales que acercan un producto acabado en cuestión de segundos, Bertuol echó por tierra la idea arraigada de las “soluciones mágicas” para convertirse en bailarín: “Cada año, nosotros, los docentes, tenemos la garantía del alumno. Que uno siga la carrera ya es un éxito, en la danza es uno entre mil, porque más allá de que quieran hacerlo, después es muy selectivo, no sólo por el cuerpo sino por la cabeza, por la inteligencia, por la formación, por la dedicación. Ahora que todo en las edades se redujo, los chicos acceden a información visual por los medios, por Internet, el celular, YouTube y los Tik Tok, y se generó esta idea errada de que eso es la solución mágica, que simplemente es ponerse frente a una cámara, que la cámara te enfoque y ya tenés un producto. Eso no existe. Eso es una mentira total. No es subirse a un escenario y actuar de lo que sea. Hay un tiempo de aprendizaje”, aseguró, y puntualizó además tres condiciones ineludibles para lograrlo: “La danza es repetición, constancia y disciplina. La repetición, para que el cuerpo lo grabe como un lenguaje; la constancia, para adquirir la responsabilidad de saber qué tenés que cumplir para que el cuerpo lo grabe; y la disciplina, para entender que si no sos disciplinado, todo lo demás deja también de funcionar”, sentenció.

La importancia del cuidado de los cuerpos y la mente también es un aspecto central en la formación que brinda Gustavo Bertuol a cada uno de sus alumnos, no sólo como vehículo y herramienta de trabajo sino además como una forma de comportarse ante la vida, resaltando la salud por sobre todo: “Hoy está muy sensible el tema de los físicos y que no podés decir que alguien está gordo/a o flaco/a, pero sí dejar en claro que se trata de su salud. Si a un nene o nena, el papá, para que esté feliz, lo lleva a comer tres días seguidos a un McDonald's y no le explica que a corta edad va a tener grasa corporal que le va a quitar agilidad, eso no está bien, porque después los chicos se comparan con lo que ven acá o frente a un espejo con alguien al lado. Esa es la educación que nosotros tratamos de que entiendan los padres. Y fomentar la disciplina: que entiendan que en un salón hay una forma de comportarse, de manejarse, no correr frente a los espejos, porque hay un riesgo físico, porque te podés lastimar, hay muchas cosas… Pero también que desarrollen la empatía y la capacidad de entender que no todos aprendemos a la misma velocidad. No todos somos iguales pero sí vamos a hacer el mismo trabajo. Me ha pasado alguna vez que me dijeron: ‘Bueno, pero tampoco quiero que mi hijo vaya a un regimiento’. No. Va a danza. Y lo que a ellos les parece un juego, si el nene baila en frío y se desgarra, no es un juego, es una lesión. Nosotros tenemos que enseñarles que para hacer eso, primero va a tener que hacer el demi plié, va a tener que pasar ‘por acá’ y no ‘por allá’, etc”.

Aun así, dejó en claro los roles que ocupa la formación artística en su campo respecto de los valores que debe impartir la familia como principal institución dentro de la sociedad, ya que la danza suele ser muchas veces “un detector de problemas”. Más allá de lo que implican factores que tienen que ver con lo físico, como “pisar mal”, o con cuestiones de aprendizaje, como la falta de atención, aseguró que como docentes se exponen a “situaciones complicadas”, como “falta de cuidado en la casa, de abandono, violencia… todo eso a nosotros se nos manifiesta. Pero nosotros no impartimos educación, nosotros impartimos disciplina. La educación la imparten en la casa. Nosotros no podemos educar a un niño, podemos disciplinarlo dentro de una técnica y dentro de un sistema, que es la danza, donde hay un uniforme, un horario, una forma de manejarse en el respeto. Tik Tok rompió con todo eso. Entonces los chicos a veces creen que no necesitan pasar por toda la formación para aprender”.

Sobre los resultados de este workshop en el estudio con los alumnos, aseguró haber vivido una “experiencia espectacular”, porque asistieron muchos padres nuevos y “creo que se sorprendieron, porque se encontraron con toda una estructura en el piso marcada, vieron a sus hijos caminando en fila sin hablar. Y tuvimos un ejemplo de una nena, la más chica de todas, que fue punta de fila y ‘se comió’ el ensayo. Los padres creo que se lloraron todo. Fue en un grupo de diez nenas de entre 6 y 8 años con diferentes alturas. Y esta nena tenía un par de situaciones de responsabilidad: estar parada en el medio ‘así’ para que aparezca otra, salir a tiempo, bordear la línea… son cosas muy difíciles. Eso se hace con gente más grande. Bueno, yo lo hago con chicos. A mí me gusta eso, yo juego con eso, con generar una expectativa desde una seguridad en ellos. Ese es el ‘hambre’ que hay que generar, no los nervios de que ‘hoy me voy a equivocar y no me va a salir’”.

El producto final, precisó Bertuol, se trata de una suite de tres temas de comedia musical de jazz. Uno es “All that jazz”, de la película homónima de Bob Fosse; el otro es una versión de “New York, New York”, de Liza Minnelli y Frank Sinatra, de la comedia musical “But the world goes 'round”, interpretada en diferentes idiomas (francés, alemán, inglés, yiddish y japonés); y el tercero es “Sing, sing, sing”, el fnal del espectáculo de Fosse de Nueva York, “un trabajo rítmico musical precioso, bastante comprometido a nivel puesta sobre todo; tiene una puesta con muchísimos dibujos coreográficos, con mucho desarrollo espacial, y eso implica tiempo. Por eso digo que fue muy intenso y yo estoy muy contento porque conseguimos cosas que cuestan mucho tiempo llevar a cabo. No es fácil montarlo. Pero se llegó bien”, aseguró.

Luego de su visita a Formosa, Bertuol partió rumbo a Mendoza para integrar un equipo de jurado de un certamen. Además dicta clases en un Profesorado de Diseño y Composición Coreográfica: “Hago 40 viajes al año y trabajo en toda la Argentina. Soy jurado y veo academias de todo el país. Por eso estoy tan enfocado en este tema de la docencia y en crear un poco de conciencia para darle más fuerza a este objetivo de que los chicos no sólo vayan a danza a divertirse sino que tengan la posibilidad de ver cómo es una carrera profesional”, finalizó.

Con una vida abocada por entero a la danza, Gustavo Bertuol desarrolló una carrera exitosa no sólo en Argentina sino también en numerosos países del mundo, dejando su fuerte impronta del trabajo constante, la disciplina en la actividad, pero además desarrollando el gusto por este leguaje del cuerpo que lo ha convertido en ese funambulista entregado de lleno al movimiento y la estática, al equilibrio permanente sobre la cuerda floja que supone ser un referente en la actividad, porque de eso se trata vivir. Bertuol no sabe de esperas.

“IT'S SHOWTIME”

* “Hice la carrera de bailarín en el año ‘85: la escuela de Clásico, la escuela de Jazz y la escuela de Contemporáneo. La de Clásico la hice básicamente en Córdoba y las otras dos las terminé en Buenos Aires. Siempre que pude, volví a Formosa. Estuve muchos años afuera del país. Y en esa época sí me era difícil trabajar acá en Formosa”.

* “Me fui a Europa. Gané un concurso de jóvenes coreógrafos de la Universidad de Córdoba. Fui como coreógrafo y como bailarín a Europa. Ya después, a partir del ‘91, que me fui a Buenos Aires, arrancó toda la era de la televisión. Fueron 20 años de televisión. Esos 20 años se distribuyen entre Telefe, Canal 13…”.

* “Llegué a Buenos Aires y a los pocos meses audicioné para Susana Giménez y entré a la televisión. Yo fui ‘susano’ en el ‘92. Y después grabé 14 años con Susana; en una época en que fuimos los últimos seis ‘susanos’ bailarines, éramos todos bailarines profesionales. Y pasé seis audiciones para entrar. Ya después fueron de a uno otros chicos, que ya son secretarios, no son bailarines. El año en que fui ‘susanoo’ creo que hice más de 45 musicales. Ahí empezó todo otro mundo. Ya antes de haber estado en Susana, había hecho revista con Moria, la comedia musical ‘Discepolín’, con Chunchuna Villafañe. Estaba Juan Darthes en ese momento, que recién empezaba; Rubén Stella… había hecho muchos infantiles en Córdoba trabajando y viviendo ahí y formando parte del ballet de Córdoba. Moria tenía en esa época como 40 años; Sofía Gala tenía un año y aprendió a caminar con nosotros”.

* “En ese proceso, me contrató Disney como primer bailarín y empecé a viajar por el mundo. Ahí empezó otra faceta de mi trabajo, que tiene que ver con todo el laburo internacional viajando con el elenco DAF (Disney Animation Festival). Después que me fui a vivir a Venezuela, aun así seguía trabajando con Disney. Iba de Venezuela a Brasil, de Brasil a Colombia, todo a través de Disney, entre el ‘93 y… creo que lo último que hice en Disney fue en 2006, que yo ya dejé de bailar profesionalmente”.

* “Julio Bocca me eligió en el ‘95 para el Maipo y eso también me abrió las puertas a muchas cosas. Cuando Julio Bocca con Lino Patalano toman el Maipo, hacen una revista donde se hace famosa Cris Miró, y yo fui el primer bailarín de esa revista. Dos años después fui al Colón y me presenté a una audición, por presentarme. Alejandro Cervera me tomó y pude estar 8 funciones como primer bailarín del Colón”.

* “En estos ‘treinta y pico’ de años estuve en muchos lugares, en unos 17 países. Pero en algunos, como Venezuela, estuve tres años haciendo un proyecto con niños que se llama ‘Los niños actores de Venezuela’. Me fui por tres meses y me quedé tres años. Me enamoré del proyecto y el proyecto se enamoró de mí. Me quedé trabajando en Caracas y más tarde para la Universidad de allí, donde dicté una cátedra en Comedia Musical Latinoamericana. Me especialicé en niños y puesta en escena. Después, al volver, empezó la era Tinelli”.

* “Llegué en el 2000. Antes de eso, había estado en la época de Susana, porque antes de irme había estado en Telefe, con ella, con Badía, con Gasalla… allá por el ‘92 al ‘98. Esa fue mi primera época de televisión, con esos programas. Ya cuando vine en el 2000, arranqué con Tinelli, con Susana y con ‘La Noche del 10’, de Diego. Estuve con esos programas durante cinco años por lo menos. Ahí firmé la exclusividad con ‘Ideas del Sur’ y estuve seis años más con exclusividad. Trabajé para todos los formatos de ‘Bailando por un Sueño’, ‘Soñando
por bailar’… todo lo que se hizo entre el 2006 y el 2011”.

* “De 2000 a 2010 fue el boom de Showmatch. En el 2010 todo cambió yo me fui en el 2011. En 2010 es cuando empieza a darse vuelta la cosa; se empieza a terminar la plata y empieza a ser todo barato. Muchos realities sin objetivo artístico”.

* “En 2006 dejé de bailar. Había llegado a ciertos objetivos. Quería ser coreógrafo, tener mi casa y no depender de la danza como baile. En 2006 ó 2007 hago un último espectáculo en Carlos Paz con el Negro Lavié, Eugenia Ritó y el Negro Álvarez, donde aparte hago la coreografía, la puesta en escena y bailo. Y ya decidí no bailar más profesionalmente. Todo el resto fue ya coreografía y puesta”.

* “En esos tres años en Venezuela, me especialicé en niños y trabajé con chicos de villas miseria. Ahora tengo chicos bailando en Nueva York que tienen 30 años y todavía me piden la bendición, como si fuera el padre. Yo aprendí que la danza también es una salida, una salida de la pobreza, una salida de la miseria, una salida de las drogas, una salida de la violencia familiar… Por supuesto que es comprometido, por supuesto que es difícil y por supuesto que es duro, muy duro. Sobre todo en países con grandes problemas económicos y cambios estructurales enormes”.



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