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Berta

- Colaboración: Analía Torina



Elvira Berta El Gandur (28/05/1957- 04/09/2022), tucumana de nacimiento, formoseña por adopción, fue madre de Pablo, Ignacio y Julieta. La caracterizó su enérgica militancia por los Derechos Humanos, su compromiso inalterable para hacer frente a todo tipo de violencias, injusticias, desigualdades y su sororidad única para abrazar y ayudar sin condiciones. Siempre creyente en la fuerza de la construcción colectiva, en la toma de la palabra y de estar donde es necesario. Creyó en la organización autónoma, plural, diversa y horizontal. Remarcó la importancia de la democracia para habilitar diálogos y conquistar espacios.

Inició sus estudios en la Universidad Nacional de Tucumán, donde tempranamente mostró un fuerte compromiso con la militancia estudiantil en la Agrupación Universitaria Nacional, como recuerda su amiga y colega desde 1979, Mirta Hillen, pero se recibió de profesora en Filosofía en la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino, en San Miguel de Tucumán. En 1986, por cuestiones laborales, con su familia se mudó a Formosa, donde ejerció la docencia en Comandante Fontana por dos años para luego trasladarse a Formosa capital. En 1988 comenzó a trabajar en la EPES MEIB N° 1 del barrio Namqom. Así estableció y afianzó lazos con la comunidad Qom, mostrando una gran preocupación por educar a sus estudiantes en el conocimiento y uso de sus derechos mediante charlas, capacitaciones y debates de temas urgentes.

Fue docente de la Universidad Nacional de Formosa, donde tuvo un rol importante en los primeros años de la normalización de la Universidad y de la Facultad de Humanidades. Formó parte del Primer Consejo Directivo en 1997 y colaboró en la redacción de las primeras normas básicas de la UNaF. En la misma Facultad enseñó Filosofía en la carrera de Psicopedagogía y Problemática Filosófica y Literatura en el Profesorado en Letras. Como buena adherente al FIP, sus enseñanzas dejaron trascender su compromiso con ideales de la unidad latinoamericana, con el pensamiento filosófico descolonizador y del “Buen Vivir”, que fueron ejes troncales en su cátedra. A partir de esa postura, enseñó a reflexionar desde una mirada diferente a la impuesta por el mundo occidental.

También trabajó en Planeamiento Educativo del Ministerio de Cultura y Educación de la provincia, en el Plan de Mejoramiento Educativo inserto en el Programa DIRLI, que se dirigía a profesionalizar el servicio para MEMAs del Oeste formoseño. Entre 1999 y 2002 formó parte del Equipo Técnico de Apoyo Provincial para el Departamento de Ramón Lista, tarea que desarrolló junto a Alejandra González, bajo la coordinación de María del Pilar de la Merced. En la misma línea educativa, participó en los Diseños Curriculares de Ciencias Sociales para EIB, teniendo siempre en cuenta las realidades y contextos de las comunidades para quienes iban dirigidos.

Desde su lado militante y activista, primero como ambientalista junto a Betti Nenning, se sumó luego a APDH y allí aprovechó al máximo los espacios habilitados para trabajar en resolver problemas sociales urgentes de vulneración, violencias, exclusión, discriminación, salud sexual, reclamos del campesinado, entre otras tantas cuestiones. Con APDH nacional trabajó junto a Aldo Etchegoyen e Inés Izaguirre, ya fallecidos; también con Pablo Pimentel, de APDH La Matanza, y con Nora Cortiñas, de Madres Línea Fundadora.

Al transcurrir el tiempo, Berta participó activamente en la coordinación de los Derechos Humanos en el NEA y trabajó codo a codo con el equipo, entre los que se puede mencionar a Cristina Marinosci, ya fallecida, Alejandra Carrizo, Cintia Herrera, Roxana Silva, Ismael Rojas y Miriam Daldovo. Con este equipo atendió exclusivamente los asuntos de lesa humanidad y violencia institucional. Junto a las abogadas Silva y Herrera, se ocupó de los casos de represión en Namqom, La Primavera y de todo lo relacionado a reclamos de comunidades originarias. En las causas de violencia de género y la lucha feminista, impulsó la movilización y organización de trabajo con Beatriz Cravero, de El Amanecer; Liliana Escobar y Carola Mercado, del Grupo Aullido; también con Lidia Pineda, de SADOP, e integrantes de la Colectiva LGTBIQ.

Como evidencia de su gran preocupación por las comunidades, participó en la Secretaría de Pueblos Originarios de APDH y desde allí puso paso firme en organizar actividades de capacitaciones y encuentros sostenidos para visibilizar las problemáticas de los pueblos originarios. En ese sentido, articuló actividades con APCD, con El Amanecer, organizó asambleas y debates para hablar de derecho indígena, realizó reuniones en conjunto para jóvenes wichí con el Padre Francisco Nazar. Acompañó al pedido de juicios por los genocidios indígenas de Napalpí en Chaco y Rincón Bomba en Formosa. Acompañó firmemente las denuncias contra la violencia institucional y represión en Namqom en el 2002, caso que fue llevado hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos, acompañando a Israel Alegre, referente de la comunidad en esa causa. Berta fue una indigenista que asistió a cada reclamo de las comunidades originarias con palabras seguras y respetuosas en el diálogo intercultural.

Participó activamente en los proyectos en redes; sólo por nombrar algunos, se vincularon con ALIAR, INSGENAR, CONDERS en todo lo atinente a salud sexual y reproductiva, como tambien violencia de género, con acciones de monitoreo en la implementación de las leyes de salud sexual y de violencia de género. Tambien trabajó en articulación con CODESEDH, que brindó una capacitación previa a la implementación de los juicios de lesa humanidad que se desarrollarían en Formosa desde del 2009 en adelante. Posteriormente, APDH acompañó todo ese proceso. El equipo estuvo incondicionalmente para asistir a los testigos y trabajó junto a las querellas. Berta estuvo presente en todas las marchas del 24 de marzo pidiendo por la Memoria, la Verdad y Justicia para las víctimas del terrorismo de Estado.

A raíz de los hechos cada vez más frecuentes y aberrantes de violencias contra la mujer y contra la comunidad LGTBIQ, se posicionó como feminista, manifestó su repudio al patriarcado y cofundó la Colectiva Feminista en Formosa para visibilizar a las diversidades de género, reclamar el derecho a la ESI y aunar fuerza contra la sociedad patriarcal. Participó activamente en el Encuentro Nacional de la Mujer todos los años. Acompañó cada movilización los 8 de marzo y 25 de noviembre para gritar por el megáfono “Ni Una Menos, vivas nos queremos”, e hizo eco en las denuncias por femicidio.

Siempre atenta a las realidades latentes, durante los picos de la pandemia por COVID-19, bregó por la erradicación de cualquier acto de vulneración de los derechos, principalmente en los períodos de aislamiento social, y asistió tanto a las familias varadas en el ingreso a la provincia, como a las perso-nas internadas en los centros de aislamiento preventivo.

Enérgica y de espíritu revolucionario, pragmático y resolutivo en todo lo que tuviese que ver con el respeto por los derechos y las libertades, Berta también supo mostrar su sensibilidad y humanitarismo para oír y actuar. Con sonrisa amplia y el corazón hinchado de alegría, gozó en cada conquista lograda, lloró por las injusticias pero se mantuvo indoblegable para continuar. Conservó una actitud firme en sus discursos, buscó siempre poner palabras ante el silencio para nombrar a las cosas y situaciones tal y como son. Sostuvo que “hay que estar cuando es necesario y persistir”. Abrazó la vida y lo demostró en cada encuentro, en cada asamblea, en cada celebración y en cada marcha. Lo demostró también andando los territorios, disfrutando travesías, recorriendo rutas impenetrables. Llena de buenos amigos, amigas, amigues, se mantuvo leal con quienes la rodearon incondicionales. Sin dudas, una mujer excepcional que no dudó jamás de su compromiso con la causa social y los Derechos Humanos.

Bella y valiente Berta, en nuestras memorias, ahora y siempre.



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