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“CUATRO DE COPAS” TUVO SU PRESENTACIÓN EN LA BIBLIOTECA MUNICIPAL “BLANCA BORAU DE SIMONOTTO”

El oficio de hilar historias

* Por Héctor Washington



El jueves 4 de julio, la Biblioteca Municipal Popular "Blanca Borau de Simonotto" fue el punto de encuentro para la presentación en sociedad de “Cuatro de copas”, antología literaria que reúne textos narrativos de los escritores Luis Rubén Tula, Orlando Van Bredam, Héctor Rey Leyes y Humberto Hauff.

Organizado por la Editorial de la Universidad Nacional de Formosa, el evento congregó a la comunidad formoseña en horas de la tarde, oportunidad en la que su anfitriona y miembro del equipo de EdUNaF, la magister Marisa Budiño, agradeció a los escritores que integran la antología y al púbico presente, y puso de resalto el enorme esfuerzo que implica el trabajo editorial en el que también destacó la labor de sus compañeras: la profesora Natalia Cacere y la contadora Georgina Julio.

La mesa de escritores estuvo integrada por el profesor Humberto Hauff y Luis Iván Tula, en representación de su padre, el escritor Luis Rubén Tula; con las ausencias de Héctor Rey Leyes (ya que se encuentra viviendo en Paraná, Entre Ríos) y el profesor Orlando Van Bredam, debido a un cuadro respiratorio propio de la estación que lo aqueja.

A requerimiento del licenciado en Comunicación Social Sergio Guzmán (de Radio UNaF) -a cargo de la presentación del volumen-, la ocasión especial sirvió como excusa para que el profesor Hauff brindara a los presentes algunas reflexiones en torno al oficio de escribir y revelara las particularidades que rodearon a la concreción de “Cuatro de copas”.

Luis Iván, por su parte, amenizó el encuentro con interpretaciones del cancionero popular latinoamericano del repertorio de Silvio Rodríguez y Jorge Drexler.

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LAS CUATRO COPAS

- “En el grupo de amigos de ‘Cuatro de copas’, jamás emitimos una opinión lapidaria sobre la obra del otro. En las piezas que componen este libro, cada uno eligió por sí las obras que quiso que aparecieran y ninguno cuestionó la selección del otro. Entonces, tampoco dijimos: ‘¿Qué te parece si ponemos esto o no?’. Lo mismo pasó con la primera vez que editamos juntos en ‘Cuatro versiones sospechosas’ (2004). Ya teníamos la idea de ponerle ‘Cuatro de copas’ a aquella edición y no nos animamos, porque en realidad era como una broma entre nosotros”.

LIBACIONES LITERARIAS

- “Nos juntábamos eventualmente dos o tres o cuatro veces al año, en la casa del ‘Flaco’ Tula principalmente. Comíamos un asado, tomábamos vino y comentábamos lo que estábamos haciendo. En algunas oportunidades, leíamos si teníamos ganas y poníamos a consideración de los demás los textos. Y si alguien leía un texto, tenía que estar dispuesto a someterse a la más ‘cruda lapidación’. Éramos terribles, pero porque había uno en el grupo, Héctor Rey Leyes, que siempre fue muy ácido con sus chistes. Él comenzaba y entonces, a modo de desquite, todos éramos duros con el otro. Entonces nunca sabíamos en qué terminaban esos textos porque, además, nunca le dábamos tiempo al otro a que terminara de leer, porque a mitad de camino, tiraba las cosas y decía: ‘No leo más’”.

- “Pero para las ideas de una novela o un cuento, sí intercambiábamos elementos, y ahí también está el respeto por la escritura del otro. Inicialmente, este grupo fue más grande. Éramos seis o siete. Yo era el menor de todos y era llevado por el maestro Van Bredam -y maestro de tantos-. Tula y él fueron mis profesores. Algunos del grupo se fueron porque se sintieron avergonzados y humillados por las cosas durísimas que nos decíamos”.

SOBREVIVIR A LA CRÍTICA

- “Quien va a dedicarse a la escritura, a la literatura, tiene que sobrevivir a la crítica. Como escritores y como docentes, siempre recibimos textos para que los veamos y demos nuestra opinión. Y nosotros sabemos que podemos perder un amigo, un alumno o un colega por una opinión que podamos dar. Es un papel muy difícil ese, cuando te piden que opines sobre el escrito de alguien”.

TEXTOS ANTIGUOS

- “Estos escritos tienen sus buenos años. La falta de oportunidad para editar nuestras obras también hace que tengamos que sacar los textos escritos hace mucho tiempo para publicar ahora. Y en la historia de cada uno va a quedar como que producimos esto en los últimos años o en los últimos meses, pero son cosas que tienen su tiempo. Mis textos ‘Los dolores infinitos’, por ejemplo, y ‘Ursulina Garay se quería morir’ -el que más me gusta del libro- son cuentos que se escribieron cuando yo tenía ‘veintipico’ de años”.

NARRATIVA HAUFF

- “‘Los dolores infinitos’ es el tema de una adolescente que debe someterse a un aborto clandestino. Fue tomado de una noticia policial aparecida en el periódico de la ciudad. Entonces, uno también se toma de acontecimientos que realmente ocurrieron, pero como es imposible contar lo que realmente ocurrió -más allá de lo que uno sabe por una referencia-, está la creación, el lado ficticio del texto: uno crea todo lo que no sabe para darle cuerpo a una historia. Yo jamás estuve presente en una sesión de aborto -y menos clandestina-, sólo he escuchado relatos. Pero he escuchado relatos. Los relatos orales siempre son hiperbólicos, pero el aborto no es algo hiperbólico”.

- “Otro cuento es ‘El piquetero’, que también me gusta mucho y que está ambientado imaginariamente en la Ciudad de Buenos Aires, en una manifestación en la que un piquetero participa escondido detrás de un pañuelo que utiliza como máscara y lucha contra la Policía, pero no tiene una afiliación política definida sino que quiere pelea. Entonces va y aprovecha la oportunidad para enfrentarse con los policías. Era la impresión que yo tuve en un momento de mi vida sobre lo que ocurría en otros lugares”.

- “‘Los milagros del rocío’ se sostiene en una superstición popular que yo la escuché en mi pueblo y en el campo. Y entonces escribí un cuento sobre eso. Y si a la superstición la vamos a poner en el campo de la fantasía, entonces el cuento es fantástico. Pero el hecho de que alguien pudo haber practicado lo que el personaje de ese cuento practicó para sanarse de una enfermedad, es realista. Entonces, esta convivencia existe. Y no es el escritor el que tiene que decidir si su cuento es realista o es fantástico, sino quien estudia la obra o el lector simplemente, si le interesa indagar sobre eso”.

AL ENCUENTRO CON LA LITERATURA

- “Lo importante de este tipo de eventos es que el escritor aprende de su propia escritura. Hay cosas que evoca la literatura, cosas interesantes que hace la literatura en nosotros. El encuentro con la literatura es un acontecimiento y una experiencia personal. A ese lector le gustará o no el texto y hay muchas cuestiones que se ponen en juego en el encuentro con el texto, que puede gustar o no. Lo importante es que el escritor se sienta satisfecho con lo que hace y después verá. Si se da la oportunidad, se someterá al juicio de los lectores, quienes evaluarán o emitirán juicios de valor sobre la obra, pero eso ya es relativo”.

EL OFICIO DE ESCRIBIR

- “La cocina del escritor es muy particular. Cuando el escritor escribe -y esto tiene que ser así- y pone a consideración del público lector sus escritos, tiene que desaparecer el escritor, no tiene que dar explicaciones sobre lo que ha escrito. El escritor lo que hace es ambientar sus historias, que seguramente reconstruye, como creo que les pasaba a mis colegas escritores. Son cosas que uno ha obtenido de la realidad y las recrea intentando que sean agradables e interesantes para el lector”.

GESTACIÓN DE LA HISTORIA

- “A mí ahora me cuesta mucho sentarme y decir: ‘Quiero escribir un cuento fantástico’. Yo quiero reflejar cosas que mi experiencia de vida me da o que me han contado, porque esa es la mayor materia prima del escritor: lo que viene de las conversaciones, de los relatos orales, de las cuestiones ocasionales”.

- “‘La tradición del tercer difunto’ es una novela mía. Nace de una creencia popular que dice que en una comunidad de personas -que puede ser un club de fútbol, una escuela, un grupo de docentes-, cuando muere uno, la racha no se corta hasta que muere el tercero. Entonces, cuando yo escucho eso, automáticamente digo: ‘Fantástico, acá hay una novela’. Pocos días después, nos reunimos en la casa de Tula y lo primero que hago yo es contarles: ‘Tengo una idea para un texto’”.

- “Las ideas como materia prima para la literatura pueden aparecer en cualquier momento y en cualquier circunstancia, como leyendo la noticia de un diario o una conversación con alguien ocasionalmente. Es cuestión de que quien escribe siempre esté atento”.

TRABAJO ARDUO

- “Hay que tener una inclinación natural para esto, es arte, es una de las Bellas Artes. Así como podemos terminar pintando o esculpiendo o haciendo música, hay algo de artista dentro de nosotros que se exterioriza a través de una de esas formas. Y como en cualquiera de las artes, hay que prepararse y conocer las técnicas, en esto también. Uno escribe espontáneamente, pero también debe tener la preocupación de formarse para tratar de hacerlo cada vez mejor”.

JUNTO A LOS MAESTROS

- “Yo me reunía con maestros -a quienes consideraba como tales-. Y si bien uno tiene preferencias en la literatura universal, en un canon que te mostraron en el Profesorado (y que no es toda la literatura sino apenas una pequeña parte que nunca podremos leer lamentablemente porque no hay tiempo material para eso), yo asistía a las reuniones, porque me gustaba el vino y el asado, pero también porque me gustaba escuchar a los grandes”.

- “Los espacios de intercambio son oportunidades para conocer quién es el otro y qué está haciendo, y saber que está buscando cosas comunes. Yo los invito a los que escriben a que se animen y armen volúmenes y publiquen”.

LOS QUE VIENEN

- “Ahora hay muchos grupos de escritores de las nuevas generaciones que se reúnen y están viviendo experiencias comunes en la creación. Y estoy seguro de que se reúnen y hablan de literatura, poniendo en común muchas cosas, como ameritan las conversaciones espontáneas”.

- “Con Orlando, solemos utilizar una expresión ‘la nueva generación de escritores formoseños’. Por eso también a veces evitamos intervenir mucho, porque son ustedes quienes tienen que hacer el camino”.



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