"Formosa, tierra adentro" es el primer libro del escritor formoseño Gustavo Adolfo Villada, quien lo presentó en la Asociación Italiana hace unos días, de la mano de sus mentores -según supo decir-, Federico Princich y Vanina Rojas, referentes del Taller de Escritura Creativa abierto a la comunidad interesada que la institución lleva adelante desde hace algunos años.
De profesión ingeniero, Villada tuvo su acercamiento al Taller de Escritura en el año 2019 y desde entonces participó en las antologías que este colectivo de escritores editó sucesivamente como muestrario final del trabajo con la palabra, como “Tripas de dragón” (2022); “Mirada profunda” (2022); “Acariciando palabras” (2022), antología en dos versiones: escritura convencional y Braille; y “Ecléctico” (2023), disponible también en versión audiolibro. Esta primera obra narrativa del autor contiene historias, anécdotas, cuentos, mitos y leyendas como resultado de un trabajo de recuperación de anécdotas y vivencias del relato oral, “todo lo que hace a nuestro acervo cultural y que también nos identifica ante el mundo”, se sostuvo.
Villada, en tanto, aseguró que la concreción de este libro propio nace como resultado del gran aprendizaje que adquirió desde su acercamiento al taller de la Asociación Italiana: “En un momento de mi vida en que yo necesitaba distraerme, encontré a la Asociación Italiana de casualidad, en octubre de 2019. Y me acerqué al taller para escribir. Cambié los libros de historia y política por libros de cuentos y ahí empecé, con la ayuda de Federico Princich y la profesora Vanina Rojas, quien me enseñó a despertar mi inspiración y mi imaginación”.
Por su parte, la profesora Vanina Rojas destacó en el autor “esa búsqueda permanente de información y de conocimiento” que revelan estas historias narradas, lo que les otorga “un gran valor cultural en cuanto a la recuperación de la identidad, porque en su mayoría son relatos orales recuperados”. Por otra parte, puntualizó, también que en sus páginas resalta “el trabajo de las formas y el lenguaje; hay conocimiento, búsqueda de información, hay investigación, hay datos muy precisos que no se pueden escribir desde la imaginación, lo que hace que nos encontremos no solamente con historias sino con datos geográficos precisos, con una descripción minuciosa de ciertos elementos”.
Así también, la docente resaltó que “hay textos en el libro que nos interpelan a cuestionarnos cuál es nuestra posición frente a estos hechos sobrenaturales que se narran, porque más allá del rescate identitario, esto habla del hombre, del ser, de su tierra, de sus creencias, de quién es; y en ese quién soy está la historia y cuál es mi lugar, mi posición con respecto a estas historias”, analizó.
Gustavo Villada memoró, por su parte, sus días de infancia, remontándose a su primera experiencia con la escritura de historias y su reencuentro con la actividad ya en la edad adulta: “Yo, cuando era chiquito, escribía y tenía una forma de ser marcada por los padres. Después me desvié un poquito de esos principios. Y cuando en el 2004 empecé a trabajar en las rutas y a conocer todo Formosa, sentí que tenía que volver a eso, mi vuelta a la literatura”, recordó acerca de las experiencias personales que vivió de la mano de su actividad laboral, que lo llevó a conocer cada recoveco de la provincia en relación a los paisajes diversos y las historias cotidianas de su gente: “Eso le agradezco mucho a la ruta: viajar solo, escuchar música, el tiempo que me dio para pensar. Todos los trabajos de campo los hice. Conozco los lugares porque me fui a ver si era cierto lo que me contaban, recorrí, miré; y lo que me encontré con esto es que de diez personas, siete tuvieron algún tipo de evento sobrenatural. Y de esas siete, tres se animan a contarlas y cuatro se callan la boca. Normalmente, los que no te las cuentan son los que tienen un nivel de educación más alto, es como que tienen miedo de parecer crédulos”, significó.
En cuanto a los relatos contenidos en el libro, precisó: “Hay cuatro o cinco cuentos que son cosas que me pasaron a mí. Y yo también me pregunté por qué me pasan a mí, pero no soy una persona de tener miedo”, se definió. Y puso de ejemplo un caso concreto, ponderando la necesidad de que un escritor siempre debe investigar a la hora de crear sus historias, porque no puede solamente hacerlo desde la inventiva: “En el caso del Lobisón de Pikysyry, fui a la mañana, a la siesta, a la noche; fui un martes 13 a navegar con un amigo, a ver si lo encontraba”.
“Los que buscan un porqué necesitan misterio, ilusión, fantasía y esperanza. Si existiera la verdad, que de ella se ocupen aquellas personas encadenadas a dogmas”. La cita a modo de prólogo a la obra anticipa de algún modo la libertad de creer o no en la naturaleza sobrenatural de los sucesos narrados.
Villada, por su parte, puso de resalto que el título del libro no remite a espacio geográfico alguno en particular, “porque también van a encontrar cuentos de OVNIS, con fotos reales incluso. Pero no es algo geográfico, es hacia el interior, lo que se conoce como ‘Formosa profunda’; pero no quería ocupar ese término porque remite a lo político y podría malinterpretarse; pero es hacia la parte profunda de Formosa donde van las historias, no es algo geográfico”, aclaró.
“A lo mejor, la curiosidad puede siempre más que el miedo”, sostuvo su autor, que además contó que está comenzando a escribir un libro en coautoría con un amigo sobre anécdotas de viaje y hace poco también estuvo incursionando como prueba en un cuento policial y una obra de teatro.
SOBRE EL TALLER DE ESCRITURA DE LA ASOCIACIÓN ITALIANA
El escritor Federico Princich, que también compartió la mesa de presentación de “Formosa, tierra adentro”, se refirió a la gran experiencia formativa y humana que significó su participación activa en el Taller de Escritura de la Asociación Italiana de Formosa desde que se iniciara hace muchos años: “Yo fui el iniciador de este espacio literario y siempre busqué que el tallerista se identificase con sus sentimientos y con sus emociones básicamente. Porque muchos tienen ganas de escribir pero no saben muy bien cómo es ese oficio. Entonces intenté, durante los años que estuve al frente, de sembrarles la idea de que el escritor es un escriba de sus emociones”.
Aseguró también acerca de estas emociones que suelen embargar al escritor y el bagaje de técnica necesario a la hora de convertir esas emociones en un producto atractivo para los lectores: “Una pieza literaria no tiene valor si no transmite una emoción. Y esa emoción el escritor tiene que saber transmitirla a través de su técnica literaria. Pero fundamentalmente también debe saber identificarla en sí mismo, debe aprender a fijarse en eso que le está pasando, que no siempre es del todo claro. A veces es mezcla de rabia, de dolores, de angustias, a veces alegrías, a veces es pura nostalgia. Y se transcribe eso en papel, bastante en crudo, y a veces pasa que resulta un texto que tal vez para el escritor sea importante pero al lector no le pasa nada. Entonces, ahí es donde entra la técnica literaria. Y llegamos al punto donde al taller le hacía falta un profesional en enseñar la técnica literaria. Por eso la convocamos a Vanina Rojas”, contó.
Finalmente, manifestó su orgullo porque “creo que las semillas del espacio están sembradas y dieron fruto, porque son varios los autores que se han atrevido a escribir a partir de esos primeros empujones que les dimos acá en la Italiana. Por ejemplo, Polo Núñez ya está editando su cuarto libro; José Princich también está editando el segundo y Daniela Medina Figueroa va por el cuarto libro”, finalizó.